Aunque a lo digital, y de ahí a lo telemático, les pueda quedar mucho aún por desarrollar en el aspecto más tecnológico de su faceta introspectiva, todavía queda más en cuanto a la toma de conciencia que esta clase de tecnología merece que se adquiera en cuanto a ella misma. Superar toda eventual concepción de lo digital en tanto que simple complementariedad o incompletitud es esencial para que la transformación del panorama comunicativo sea la mejor posible.
Terminará, casi sin duda alguna, siendo en buena medida una cuestión generacional el que la comunicación digital introspectiva deje de concebirse en tanto que nuevas tecnologías de la comunicación y pase sencillamente a la denominación de tecnología comunicacional, tal cual así, siguiendo reservando en su caso la denominación de nuevas tecnologías para lo digital inmersivo, a lo cual por lo que en principio debiera ser la naturaleza cronológica del desarrollo comunicacional, sí debiera aún quedarle bastante para dejar de considerarse nuevo, por lo menos bastante más que a lo digital introspectivo, ya tan ampliamente generalizado. A quienes forman la primera generación plenamente blóguer, y desde luego a los que lleguen a formar la segunda y siguientes, lo de nuevas tecnologías no debiera resultarles de novedad alguna en absoluto.
Una percepción de eminente sustitutivismo combinada con una de perpetuo gusto por lo nuevo, o supuestamente nuevo, suele impulsar una, errónea a mi parecer, idea de que lo nuevo al dejar de ser nuevo es porque está condenado a que, cuando menos, se le deje de lado. Sin embargo, las nuevas tecnologías, y en particular las nuevas tecnologías de la comunicación, si en verdad suponen, tal y como demuestran, un avance decisivo y llamado a permanecer por lo menos no por poco tiempo, debería ser no sólo conveniente sino inevitable que la denominación de nuevas tecnologías pierda por completo su sentido en favor de la que no denote tal idea de novedad.
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