Blogosfera, una expansión de la esfera pública

La apertura de la Internet que actualmente conocemos, además de suponer una fuerte expansión de las capacidades de difusión multimedia, conllevó, con la blogosfera, una expansión de la esfera pública. Así adquiría la individualidad la hoy tan asumida y familiar cúspide en cuanto a ausencia de filtros para manifestarse libre y abiertamente a la vez que, cuando así se desee y con todo lo que por su parte también conlleva, anónimamente.

Tal y como el concepto de esfera pública demuestra, era ya común antes de la blogosfera la idea de lo esférico para referirse a ámbitos de interacción social o lo que, en términos propios de lo que aquí mismo solemos exponer, podríamos denominar ámbitos de interactividad específicamente comunicacional. Si no era a través de los tradicionales medios de comunicación de masas, alguien a priori anónimo no disponía de acceso a un canal por el que hacer público aquello que considerase apropiado, y menos hacerlo público de manera abierta, instantánea y mundial. Incluso para quien formase propiamente parte integrante y protagonista de los medios de masas, poco habitual resultaba que su capacidad de difusión llegase a niveles internacionales.

De una esfera pública restringida a los respectivos límites fronterizos de cada país, hemos pasado a una blogosfera que dota de un superlativo, pero no necesariamente perjudicial, altavoz a lo que antes era sólo y casi irremediablemente público anónimo. La blogosfera, pues, en tanto que actualización última de lo que ha sido la clásica esfera pública, es un gran avance en cuanto a libertad de expresión, aunque claro que mal usada representa cuando menos un lamentable recurso orientado a la circulación global de falsas informaciones.

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