Por más que se llegue a dominar una rutinización en cuanto a inspirarse creativamente, sea para algo artístico, sea para algo técnico, la plena originalidad de cada pieza que se transmita estará difícilmente asegurada siempre. De hecho, la reiteración y hasta la repetición, si bien sin deber alejarse de una conveniente pluritonía, serán recomendables además de en sí mismas inevitables.
Ya que rutinizar conlleva una constancia y una serialidad que se proyectan como indefinidas en base a la periodicidad que establezcamos, se supone que vamos a generar con el tiempo un, cuando menos, considerable volumen de contenidos en el blog u otro proyecto comunicacional que desarrollemos. Ante esto, aplicar fórmulas expresivas que, tanto en la forma como en el fondo, se repitan es más que conveniente y cabe que, mientras no caigamos en la monotonía, no lo entendamos en tanto que carecemos de originalidad. Es más, no sólo una rutinización de la inspiración y, por extrapolación, de todo el procedimiento creativo va a resultarnos una cierta comodidad ante el considerable volumen de contenidos comunicativos que tendremos que elaborar, sino que para el público del que se trate va a suponer una mayor comodidad en el consumo de un volumen de contenidos tal.
Mientras una rutinización de la inspiración derive en su inevitable pero asimismo debida, conveniente y mesurada rutinización de ciertos elementos tanto de forma como de fondo en las piezas finales, estarán estas piezas finales a lo sumo dentro de lo tal vez impreciso pero tolerable. Si además te diriges a un público generalista, la disparidad de impresiones que al respecto vas a causar podrá ser, a su vez, mayúscula.
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