Ya se trate de la globalización política y económica, ya se trate de la social, educacional y cultural, no puede concebirse lo global sin la nueva tecnología que tras el mundo de bloques vertebró la auténtica posibilidad de que la globalización se llevase a cabo: la tecnología telemática. La globalización, pues, de no ser globalización telemática, quedará incompleta.
De la dimensión civilizacional de la tecnología se desprende la condición telemática de la globalización, tanto de la globalización que hemos vivido hasta ahora, primordialmente política y económica, como de la que debiéramos experimentar en los próximos tiempos, decididamente social, educacional y cultural. Al igual que cada etapa de la historia, la global se configura por su infraestructura específica y su marco concreto de valores, que en este caso son respectivamente Internet y lo posmoderno.
La IoT y la IoB pueden emplearse para describir, bastante acertadamente por lo menos, lo que justo Internet y lo posmoderno representan a día de hoy. Nuevas etapas en la evolución de este binomio vendrán y precisarán con toda seguridad nuevas denominaciones para entender los cauces por los que la historia de la humanidad siga desarrollándose.
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