Matices del idioma

Significados múltiples, ambigüedades, dobles sentidos... ahondar en los matices del idioma que pueden llevarnos a la poca claridad de expresión es una tarea que da bastante de sí y merece la pena emprenderla en la medida de lo posible con el fin de comunicarnos con claridad, también en lo que concierne a los blogs. Pero ¿y si precisamente lo que queremos es aprovecharnos de esa poca claridad que pueden tener ciertas expresiones? ¿Nos puede interesar en algún caso recurrir a esa poca claridad en vez de evitarla? La respuesta es sí, y para apreciarlo vamos a dejar ahora el registro estándar y vamos a explorar el registro coloquial y el formal, advirtiendo así que incluso éste último, pese a la precisión que lo acostumbra a caracterizar, también recurre a veces a expresiones que, si no se tiene claro a qué nos referimos, pueden costar de entender del todo.

El humor, incluso el más refinado, se acostumbra a expresar a través del registro coloquial, y a alguien que emprenda un blog, por ejemplo, de chistes, le van a venir bien los dobles sentidos y las ambigüedades haciendo así que sus posts den lugar a la gracia y a la risa. No obstante, tomémonos el humor también en serio, y si pretendes hacer un blog enfocado por ahí trabájalo igualmente tanto como puedas ya que esas expresiones que habitualmente divierten pueden requerir, si no más, por lo menos tanta elaboración como aquellas otras expresiones que por lo contrario no tienen ese objetivo sino la máxima claridad alejada de lo gracioso. Aunque ya sea comúnmente conocido, es apropiado recordar que si bien un humorista nos parece que se expresa en todo momento de manera improvisada y cercana a la forma en que conversa cualquiera en su día a día, su discurso implica una importante tarea de preparación: ahí radica su maestría, en hacer parecer improvisado lo que en realidad está preparado; es un último filtro por el que no tiene que pasar el registro estándar tal cual, pues con éste, una vez que se ha encontrado la forma de expresarse claramente, se transmite sin más. En registro coloquial propiamente, y en el humor en particular va bien que el idioma tenga matices variados e incluso de contradicción hasta en los propios vocablos: si los idiomas tuvieran únicamente un significado por exactamente cada palabra, seguramente hacer humor sería, si no imposible, muy complicado; así pues, si bien a veces nos puede llegar a parecer tedioso y arduo buscar la claridad cuando acostumbramos a expresarnos en estándar, agradezcamos que en el idioma haya sitio para las ambigüedades y los múltiples sentidos, ya que ahí se recurre en muchas ocasiones para que nos divirtamos con un buen chiste. Además, que vocablos y expresiones enteras tengan varios significados posibles no sólo representa una motivación para el emisor del mensaje en cuestión de buscar la mejor manera de expresarse ya sea buscando la claridad o bien lo ambiguo y humorístico, sino también vale como motivación por parte del receptor para asegurarse de que interpreta de la manera más adecuada el mensaje en cuestión, por ejemplo, en el post de un blog. Nos interesa además apreciar que en el lenguaje formal, académico y erudito también hay términos que, si bien pueden provocar confusión si no queda muy determinado a qué nos referimos, ayudan a que, precisamente por el hecho tener la misma forma que otras expresiones más comunes, no se tenga una primera impresión muy alejada y poco interesante por parte de alguien no experto: por ejemplo, 'anillo' referido a los anillos de ciertos planetas, o 'cuerda' para referirse a la teoría de cuerdas.

Con el lenguaje estándar podemos llegar a echar de menos en numerosas ocasiones que no haya un término específico para cada cosa o que no encontremos aquel sinónimo que nos gustaría, pues de ello se deriva la tarea, muy laboriosa en ocasiones, de buscar siempre la mejor manera de expresarse dirigiéndose a un público lo más genérico posible sin dar pie a malas interpretaciones, pero tengamos en cuenta que de esos matices que el idioma tiene para muchas de sus palabras se deriva que pueda hacerse humor en muchas ocasiones. Además, al lenguaje erudito también le resulta cómodo tomar vocablos comunes para ciertas descripciones especializadas, con lo que, a su vez, se consigue que el público común se haga una primera idea más familiar de esas descripciones. Asmimismo, los matices del idioma en general, y por supuesto en particular los de vocabulario, también sirven para que el receptor del mensaje ponga de su parte en la correcta interpretación de un mensaje.

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