Cuanta más complejidad de significado, y de hecho también de tipo formal, o de ambas clases haya, menos agilidad será viable conseguir en la realización de la pieza comunicativa que sea, sobre todo cuando la autoría se encuentre en sus ciclos iniciales propios en general o del proyecto en particular y ya en marcha del que pase a ocuparse. Se trata de una relación inversamente proporcional entre densidad buena y agilidad, y que debe sin embargo seguir teniéndose en cuenta en la madurez.
De igual o de manera afín al mundo propiamente físico, cuanto más pese algo, menos ágil o ligero suele ser cualquier pieza, mensaje en definitiva, que elaboremos en un proyecto comunicacional y, en particular, en un blog. Así pues, lo que es denso en un buen sentido, nos conduce a dejar a un lado lo impulsivo que aún suele asociarse tanto a la blogosfera e incluso al ciberespacio en su conjunto. Pero sin recurrir por descontado a lo impulsivo, es fundamental que en lo que elaboremos mantengamos la agilidad a la vez que consigamos en ello densidad buena; lo complicado para conseguirlo es justo la relación entre la agilidad y la buena densidad, inversamente proporcionales.
A medida que ganes en práctica y autoconfianza en la elaboración de tu proyecto, combinar las inversamente proporcionales agilidad y buena densidad te resultará mucho más fácil. En el tránsito a esa facilidad, tendrás que pasar por ineludibles imprecisiones en el fondo y en la forma de lo que comuniques. Según vayas logrando mayor precisión, y dentro de la siempre inversa relación proporcional entre agilidad y buena densidad, tienes que ser no obstante ágil al tiempo que produces esa buena densidad misma.
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