Abstracciones

La dificultad de que en literatura y oratoria la IA mantenga al completo la indistinguibilidad respecto a lo humano y que justo lo humano, en este sentido, sea mejor radica, en buena parte si no del todo, en la inherente incapacidad de abstracción que a la IA se le puede atribuir. Elaborar un discurso extenso y denso requiere un tal nivel de abstracción mantenida coherentemente que hasta al algoritmo más complejo se le escapa.

Es convenientemente recalcable que seguimos refiriéndonos a literatura y oratoria porque, en cambio, en cuestiones matemáticas, la extensión y densidad sí estarían a favor de la IA. Cierto que, al fin y al cabo, no dejan de ser también abstracciones los números, pero de ellos derivan por defecto discursos extremadamente sujetos a la férrea lógica que el cálculo requiere. Las abstracciones que, por su parte, a literatura y oratoria les resultan propias deben recurrir tanto y, de hecho, tan afortunadamente a la imaginación que trascienden los límites de lo que la pura simulación restringe. La abstracción por imaginación siempre quedará como patrimonio, si no exclusivo, sí característico y genuino del género humano, mientras que en simulación lo algorítmico no dejará de ser superior.

Pese a que la indistinguibilidad entre imaginación y simulación llegue a ser muy elevada, seguirá a toda luz siendo recomendable no caer en tan poco útiles postulados como los del sustitutivismo prorrobótico, que no hacen sino coartar el auténtico gran potencial intelectual humano que, lejos de aminorarse, seguro que todavía puede, y debe, mejorar. El devenir ante el que estás es uno que va a poder redundar en una liberación de procesos mentales para orientarlos a nuevos y óptimos destinos.

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