A mayor extensión de una pieza comunicativa, en lo que en particular concierne a literatura y oratoria, más complicado va a resultar que una simulación robótica de, respectivamente, texto o audio sea indistinguible de una elaboración humana. Cabe referirse, en este sentido, a una elaboración humana concienzuda, densa, porque de lo contrario, en algo que es más bien caótico, poco podrá diferenciarse una pobre elaboración humana y otra pobre elaboración pero robótica.
En elaboraciones comunicacionales de extensión corta o compacta, lo humano poco elaborado y lo robótico pueden pasar con cierta facilidad por algunas clases de elaboraciones humanas tradicionalmente concienzudas, tales como poemas, refranes, pinturas, esculturas y melodías: se trata de obras que, de no suscitar de por sí el contexto y el fondo de lo que expresan, lo pueden dejar casi o del todo a la libre interpretación de quien consuma tales piezas y de ahí que, ante el eventual desconocimiento de si la autoría es de naturaleza humana o robótica, bien puede tal naturaleza ser indistinguible y hasta causar total indiferencia. Las elaboraciones extensas y densas, para las cuales es habitual y recomendable la periodicidad, dificultan al algoritmo más complejo hacer creíble la pretendida simulación humana, máxime si justo se trata de plasmar contenidos que, si bien deben guardar coherencia, no se restrinjan a la lógica pura.
La indistinguibilidad de lo que puede comunicar un humano y un robot va a seguir acrecentándose a medida que los algoritmos de simulación sigan perfeccionándose. Aquello que quede como claramente de elaboración distinguible humana requerirá que sea una elaboración cuantitativamente extensa y cualitativamente densa, con especial minuciosidad en rehuir la lógica extrema y guardar coherencia general de contexto.
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