Hasta el despliegue de la Internet que hoy conocemos, considérese que llega la etapa culminante de la tecnología analógica en todos los formatos comunicacionales. Por la extraordinaria capacidad que justo la tecnología analógica alcanzó para la producción, difusión y conservación de estos diferentes formatos, podía ya entonces concebirse la noción de era de la información pero lo digital y todavía más lo digital telemático daría verdadero sentido a una era tal.
En comparación a la interconectividad digital, la falta de interconectividad posible o fácil entre dispositivos analógicos a la vez que lo también comparativamente aparatoso de las unidades analógicas de almacenaje nos llevaban a una era de la información que en todo caso resultaba material y físicamente insostenible, pese a que desde el puro interés lucrativo de la producción económica podía resultar lo ideal porque a más unidades vendibles, fuesen del formato comunicativo que fuere, y a más público consumidor de productos culturales, más beneficio, por tanto, era esperable. Al ser todo condensable en datos no degradables gracias a lo digital, estamos ante un panorama más sostenible pero que, en cambio, facilitó el despunte de la práctica que conocemos como piratería informática.
Producir en, más o menos, modo multimedia a gran escala con tecnología analógica hubiese resultado de un mal impacto medioambiental tan enorme que lo genuinamente multimedia, que es digital, devenía de imperiosa necesidad para que transmitir el conocimiento fuese ligado a sostenibilidad ecológica. Cuando a lo multimedia se le añade el amplio alcance del uso de Internet, se disminuye aún más el ineludible gran uso de soportes físicos únicos.
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