Imaginación

La IoT y, con ella, lo multimedia, por mucho que progresen, poco van a cundir si no hay la suficiente creatividad a partir de la que confeccionar todo tipo de contenidos. Lejos, pues, de que el avance tecnológico, en particular en lo que concierne a tecnología artificial y automatización, tenga que derivar en que el ser humano abandone su capacidad de pensar, se abre una época muy propicia para que la imaginación cobre relevancia.

Tenemos a nuestro alcance una tecnología tan multimedia, tan multidispositivo y tan interconectable, pero ¿para qué? Pues para aprovechar como nunca antes para que, en un sentido amplio, no sólo restringiéndonos a lo personal o artístico, desarrollemos la imaginación y compartamos nuestras piezas resultantes de un modo tan abierto, inmediato y de alcance global que jamás la humanidad había tenido oportunidad de practicar anteriormente. El uso individualizado que de lo multimedia y toda la tecnología IoT puede hacerse hoy día favorece que, en contraposición a las limitadas oportunidades que comparativamente los medios de comunicación tradicionales ofrecen, todo usuario pueda en la actualidad asumir la posición comunicacional de emisor y no tener que conformarse con sólo, o casi sólo, poder ser receptor.

Lo que define al típico concepto de público al que un emisor se dirige experimenta con lo telemático una necesaria reformulación por la que lo surgido de la debidamente elaborada y meditada imaginación ya no queda limitado a que para tener gran difusión y repercusión tenga que proceder de unos pocos considerados en mayor o menor grado élite cultural. La accesibilidad e interactividad de los canales telemáticos obligan a replantear la esencia de la profesionalización mediática.

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