El paso de comunismo a capitalismo no tuvo que ser algo sólo deseable de llevar a cabo por la oligarquía rusa, por supuesto; también la propia sociedad rusa, y soviética en general, de entonces debía de desearlo. Una vez más, explicarlo todo respecto a un país por lo que su clase dirigente específica representa, no sirve.
Ya de por sí, adaptar el capitalismo a las exrepúblicas soviéticas supuso otro capítulo completamente distinto en la historia de esas naciones; pero de la sola, si bien importante, dimensión económica a tocar el propio marco civilizacional, en este caso el de base cultural ortodoxa, hay una distancia que dirigentes y buena parte de la sociedad no asumen por lo menos fácilmente. El extremo, sin embargo, al que se ha llegado por parte del Kremlin tratando de invadir Ucrania representa saltarse deliberadamente cualquier principio de mínima humanidad.
Si Rusia quiere encerrarse en su inadaptación crónica a la sociedad red es una auténtica pena porque seguro que buena parte de su sociedad desea en verdad asimilarse al auténtico primer mundo, sin por ello tener por qué renunciar a sus valores civilizacionales. Ahora bien, querer arrastrar además a Ucrania es intolerable se mire como se mire.
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