Ya que convencer debiera basarse en razonamientos mientras que persuadir es algo más propio de las emociones, puede parecer que en el primer caso es mejor recurrir a un estilo marcado por la firmeza e incluso la contundencia, y que en el segundo lo habitual sería más bien lo poco consistente y lo difícilmente expresable. Pero se puede observar que acaba siendo al contrario.
En un tipo de mensaje que adopta la finalidad de convencer, lo propio será que en el estilo de la expresión se empleen constantes recursos para indicar que, si no todos, por lo menos algunos e incluso bastantes planteamientos son provisionales y a modo de sugerencia; se trata de no caer en las afirmaciones contundentes a no ser que se expongan un montón de pruebas que las acrediten y puedan dejar poco lugar a dudas, y pese a esto, el punto de vista de quien analiza conviene que se base en llegar a conclusiones que aporten probabilidades, guías y recomendaciones más que en intentar establecer verdades absolutas. Por lo contrario, lo persuasivo acostumbra, tal y como en publicidad y propaganda se aprecia claramente, a utilizar una expresión directa, más contundente, con mensajes sencillos y que resulten fáciles de recordar, todo ello intentando incidir al máximo en las emociones del receptor: esto se observa de manera especial y particular en un eslogan. Así pues, la conclusión convence y el eslogan persuade, de modo que según el tipo de publicación que elaboremos nos convendrá elegir una u otra de estas dos bases en las que se puede fundamentar lo que expresemos, particularmente en los contenidos no personales.
Con mensajes que pretenden convencer, deberás inclinarte por buscar conclusiones y que éstas se apoyen en el máximo de datos convincentes que te sea posible identificar. En cambio, si en tu blog elaboras un contenido persuasivo, el éxito dependerá más de en qué medida, por ejemplo con el uso de un eslogan, seas capaz de conectar lo que expresas con las emociones de quien visite tu publicación.
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