Producto, presentación, marca, sinergias... desarrollando todo esto se dispone de amplias capacidades de causar un relevante impacto de mercado, pero hacerlo en un determinado orden según nos resulte más adecuado conllevará una mayor garantía de éxito. Dependiendo de si se trata de un producto nuevo o, en cambio, de uno veterano, será mejor empezar por un lado u otro y en cualquier caso siguiendo un plan que afiance el recorrido hacia la máxima aceptación respecto al público.
Dar comienzo a la trayectoria comercial de un producto quizá nos lleve a pensar que nos conviene conseguir alianzas cuanto antes y así empezar con fuerza, mientras que si ya gozamos de una cierta trayectoria, e incluso de una más o menos relevante reputación adquirida, nuestra tendencia sea la de llegar a la conclusión de que las sinergias nos son, si no del todo, casi prescindibles. Lo acertado pasa sin embargo por hacer que nuestro constante análisis de mercado derive en una también constante elaboración de un plan mercadotécnico que nos guíe dando lugar al mejor orden posible en cuanto a realizar las distintas estrategias comerciales según la etapa en la que se encuentre nuestro producto; y lo conveniente puede acostumbrar a ser más bien lo contrario tanto a incidir en las sinergias en los inicios como a no valorarlas en el caso de veteranía. En la etapa incipiente del producto un mayor ejercicio de introspección resultará más beneficioso que lanzarse a buscar la concreción de sinergias sin antes haber desarrollado lo suficiente el producto en cuestión, tanto antes de sacarlo al mercado como una vez puesto en circulación sea más o menos recientemente; el intento de forjar alianzas sin tener un cierto recorrido puede llevar a que causemos una impresión de que actuamos de manera precipitada, lo cual conducirá a que proyectemos desconfianza ante potenciales aliados. Los productos veteranos, no obstante, no tienen por el hecho de serlo una garantía permanente de no resultarles convenientes las sinergias y tener suficiente en todo caso con centrarse en sí mismos a modo introspectivo: necesitamos también en tal circunstancia de veteranía cultivar las sinergias a fin de mantener apoyos, o bien, establecer nuevas alianzas; todo ello contribuirá a conservar el lugar que nos hayamos ganado en nuestro posicionamiento comercial.
Haz una intensa labor de planificar desde la introspección si tu producto es nuevo: no quieras saltar de entrada, y mucho menos precipitadamente, a las sinergias, pues lo nuevo, y más si en ello se percibe un intento de gran aceleración, puede causar con facilidad desconfianza, por lo que incluso gente con la que de otro modo sí generarías sinergias descartará con toda probabilidad emprenderlas: céntrate en hacer de tu producto algo original de por sí, y a medida que adquiera una cierta trayectoria, plantéate el salto a buscar sinergias, o bien a aceptarlas cuando las propuestas de alianza no la hagas sino que te las planteen. Cuando el producto sea veterano, lejos de conformarte con una supuesta posición cómoda con la que no te haga falta recurrir a establecer vínculos con nadie, valora opciones de continuar nutriendo la reputación conseguida siendo capaz de manejar sinergias que demuestren tu capacidad de seguir reinventándote.
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