Autoría clara

Lo que contribuye a no caer en lo caótico, ni siquiera en lo confuso, en la medida en que se combinen varios contenidos, y más si son de diferentes formatos, en un blog u otra clase de vía comunicativa más o menos similar, no es sola y exclusivamente la mínima relación que se otorgue a todo lo combinado. Que cada contenido quede en cuanto a su autoría correctamente identificado, o que por lo menos sea fácil de ser identificable, es de suma importancia.

Debido a la extrema facilidad con la que en el entorno telemático, y por tanto en la blogosfera, nos resulta viable compartir contenidos, lo que tenemos que procurar a toda costa es que en la medida en la que ofrecemos, tal y como es recomendable, tanto contenido propio como ajeno, no haya confusión en cuanto a la autoría de todo aquello que publiquemos. Una autoría clara en todo lo que difundamos es signo de preocupación por ofrecer a todo público unos contenidos fiables y rigurosos, lo cual contribuirá a que el blog gane en un mínimo respeto y reconocimiento. Cuando en nuestro blog no queda claro de quién es qué, estamos haciendo que cualquiera de cualquier público que nos visite acabe desinformado en un aspecto que, si bien podemos encuadrar en la categoría de detalle, no deja de ser un detalle importante. Evitemos que una falsa y extrema sensación de que en Internet en general, y en la blogosfera en particular, todo es de todos nos invada en nuestra producción y difusión de contenidos, pues de lo contrario la interactividad por la que generemos tal producción y difusión no nos beneficiará en que haya interactividad respecto a nosotros, ya que con toda probabilidad nos acabemos ganando mala fama por causar sensación de atribuirnos deliberadamente la autoría de aquello que no nos pertenezca, por mucho que esté libre y gratuitamente accesible. La clave de todo está en la idea de compartir: un de por sí bonito concepto pero que si no nos preocupamos de poner debidamente en práctica puede que, en lo internáutico e incluso sin darnos cuenta, deformemos hasta los límites de lo que implica usurpar.

Siempre que en particular las prisas te tienten a saltarte un detalle tan remarcable como el de reflejar la autoría de algo ajeno que compartas en tu blog, recuerda que si alguien se atribuyera lo que has hecho tú, o que como mínimo no lo dejase claro, tampoco te gustaría. No deja de ser todo esto, en definitiva, un ejercicio por el que, si te preocupas en cuanto a la autoría clara en lo que publiques, tienes opción de erosionar todo peligro de caer en una actitud egocéntrica, falsa e impostora.

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