En su dimensión más privada, en el sentido de lo estrictamente más físicamente próximo de cada cual, la libertad de expresión adquiere, por lo menos en potencia y por lo común, su forma, quizá y por denominarla de algún modo, más completa al soler sentirse uno con total potestad de expresar lo que quiera de la manera que quiera, pero a su vez ha sido una forma de libertad de expresión de poco alcance. Sin el ciberespacio, lo que el individuo normal expresa no tiene mucho más recorrido de allá hasta donde la gente se moleste en, sobre todo según el formato que sea, mostrar, repetir o emular, en especial de uno a uno o de uno a pocos, el mensaje.
Con el fácil acceso y la amplia difusión que Internet permite, y por ende también la blogosfera, ligado todo ello a entornos en los que las libertades individuales se cuidan y respetan, ocurre que, hasta en la forma más plena que en lo privado la libertad de expresión adquiere, no sólo se accede al alcance que ya ofrecían los tradicionales medios masivos, sino al alcance global que por esencia las propias Internet y blogosfera permiten. Si bien, desde la estricta perspectiva mediática y del análisis de los medios de comunicación sociales, serían las cartas al director el precedente afín más antiguo respecto a la blogosfera, ésta y en general Internet absorben asimismo la libertad de expresión propia de lo privado, de modo que quien quiera puede darle el mismo trato que el de lo que tradicionalmente ha sido la libertad de pública expresión. Así, la típica libertad de expresión en lo privado y la típica libertad pública de expresión se funden, y se amplifican, en el ecosistema en red que en la comunicación está a nivel global consolidándose. De hecho, en esta apreciación de que en dirección más hacia la dimensión de la expresión pública se fusionan las libertades de expresión publicoprivadas, cabe, además de la mención a las cartas al director en cuanto a la libertad de expresión en lo público, no dejar de lado que precisamente y muy en particular la blogosfera encuentra también su precedente, justo dentro de la libertad de expresión no sólo en lo privado sino en lo más privado e incluso con toda probabilidad más antiguo que las cartas al director, en los típicos diarios personales, o sea, diarios elaborados, por lo común a lo menos, a base de escritura a mano en cuadernos de soporte papel.
Dentro de sus capacidades, que en efecto han sido las máximas logradas hasta la generalización del potencial de lo telemático abierto, han procurado los medios de comunicación de masas buscar, allá donde se han erigido en tanto que garantes esenciales de la libertad de expresión, la bidireccionalidad con el público o los públicos, de modo que cualquiera, además de su libertad de expresión en lo privado, tuviese opción de practicar la libertad de pública expresión con considerable alcance en la difusión del mensaje. Teniendo Internet, los dispositivos actuales y amplias capacidades multimedia, puedes ejercer a nivel global la libertad de expresión en toda su plenitud desde lo que antes sólo podías abordar en lo privado hasta aquello a lo que en su caso hubieses podido dar dimensión pública por algún medio masivo.
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