En exposiciones y espectáculos, parece haber venido bastante bien la eclosión de la virtualidad inmersiva. Lejos de apreciar una amenaza, las exposiciones tradicionales van incluyendo el complemento virtual a lo que ofrecen; y en el caso de los artistas escénicos, se aprovecha todo un abanico de recursos virtuales con los que ofrecer en vivo nuevas experiencias.
La cuestión ante la en principio adaptación de la virtualidad inmersiva a exposiciones y espectáculos vendría a ser si tal virtualidad va a devenir tan cotidiana que hasta sea de uso doméstico frecuente y de ahí capaz de ofrecer experiencias que por sí solas no hagan echar en falta aquello a lo que en un principio complementaban, o sea, exposiciones y espectáculos que conocemos más desde siempre. Esto no viene a ser sino al fin y al cabo el mismo planteamiento que el de si acabaremos o podríamos acabar viviendo en un videojuego. Según la virtualidad inmersiva esté en condiciones de adentrarse profundamente en el ámbito doméstico, habrá quien tendrá más preferencia por ella pero tras mucho uso de la misma y por la propia tendencia natural del ser humano a recuperar en algún momento su relación física directa con el entorno, volverá con toda probabilidad en cualquier persona normal y corriente el interés por, en la medida que se tenga el gusto y la oportunidad, acudir a una exposición o a un espectáculo donde todo o muy buena parte no sea inmersivo.
Pudiendo llegar a ser las experiencias de virtualidad inmersiva de uso común hasta el punto que lo son las que la blogosfera ofrece y respecto a las que incluso quizá lleguen asimismo a complementarse en alto grado, irán dejando de ser por defecto exposiciones y espectáculos fenómenos de masas. Desde la virtualidad inmersiva podrás estar en alguna de tales clases de experiencias, e incluso ir saltando de una a otra según quieras, y hacer todo esto en casa pero en definitiva en prácticamente cualquier lugar, de modo individual o grupal.
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