Blogs envolventes e inmersivos

Si a una clase de virtualidad está estrechamente vinculada de origen la blogosfera es a la introspectiva. En particular, el ámbito de los blogs emerge ligado a la experiencia con el clásico ordenador, o sea el, aun siendo portátil, no estando todavía en el marco de lo que hoy es denominable tableta. Ha sido luego cuando la experiencia ha pasado a estar también, sobre todo mediante las aplicaciones móviles, en las minitabletas, o sea móviles inteligentes o, ya a la práctica, únicamente móviles.

A medida que la tradicional televisión vaya adquiriendo funciones de tableta, bien podrán los blogs constituir otro motivo de experiencias envolventes, lo cual quizá sea, si no del todo, en parte el camino por el que la virtualidad envolvente consiga mantener el atractivo que tanto la ha hecho destacar hasta ahora. Se trataría de que igual que tan habitual ha sido y es mirar la televisión convencional, lo sea mirar un blog a través del mismo tipo de pantalla televisiva y misma común posición ergonómica ante un televisor; en su respectiva medida, esto es aplicable asimismo a la comparación entre lo que supone el consumo de los tradicionales medios radiofónicos e impresos incluso ya a través de televisión digital y lo que supondría navegar de modo afín por la blogosfera y, por extensión, por toda Internet. Las experiencias inmersivas, por su parte, debieran orientarse más a dirigir también sus opciones hacia lo que sería una navegación por el ciberespacio y en particular por los blogs, lo cual con toda probabilidad contribuiría a suscitar mayor interés respecto a lo inmersivo por parte del público general, restando fuerza a la idea seguramente bastante extendida de que la tecnología inmersiva está en todo caso enfocada a cuestiones muy específicas de según qué sectores a nivel profesional.

En cuestión de nuevas experiencias de virtualidad, entendiendo virtualidad en un sentido amplio más allá del de realidad virtual, bien pueden ser los blogs envolventes e inmersivos, igual que han sido, son y seguirán siendo, introspectivos. Puedes tener la convicción, pues, de que la virtualidad, que en tal sentido amplio es clasificable justo en introspectiva, envolvente e inmersiva, consta, debido a la condensación tecnológica por concepto tableta, de un asombroso potencial multimedia.

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La natural interacción con la realidad

Yendo cada vez más hacia un mundo en el que el ciberespacio conforma la vía de puesta en marcha y de desarrollo de prácticamente cualquier iniciativa, y siendo los dispositivos cada vez más condensados en base al concepto tableta, emerge la interesante cuestión de qué tipo de virtualidad puede que predomine tras la globalización. Un cambio histórico verdaderamente profundo debiera situar la duda entre la virtualidad inmersiva o la introspectiva.

Dejando atrás lo que, siendo propio de la sociedad de masas y aún durante la globalización, ha resultado un destacado rol de la virtualidad envolvente, pudiera plantearse que, por su condición tecnológicamente más novedosa, la virtualidad inmersiva debiera ser con bastante probabilidad la clase de experiencia que todo público demande cada vez más, igual que al fin y al cabo y por su parte el concepto tableta va afianzando su generalización. No obstante, la virtualidad introspectiva, la que en definitiva ya se practica ampliamente por el más que habitual uso común de portátiles y móviles, denominables tabletas en el primer caso, si pueden funcionar con pantalla táctil y sin teclado físico, y minitabletas en el segundo, cuenta con la ventaja de precisamente ir cogiendo ventaja por el uso que el público ya hace más habitualmente de ella, si bien pudiendo incluir asimismo algunos tipos de experiencias inmersivas pero que en ningún caso, por lo general a lo menos, hacen desconectar en alto grado los sentidos del entorno verdadero circundante. La necesidad de todo ser humano a, por más que le atraiga lo completamente inmersivo, recobrar la natural interacción con la realidad no dejará de ser fundamental.

Al resultar tan fácil la combinación entre uso de la tecnología telemática y, desde justo un uso introspectivo de tal tecnología, el entorno físico en el que te encuentres, bien puede darse en la globalidad una mayor tendencia a descongestionar grandes concentraciones de población en las que hasta ahora tenía tendencia a aglomerarse la gente por el rol céntrico de las ciudades. La ubicuidad de lo internáutico, y por ende de la blogosfera, puede así seguir redundando en mejora de la movilidad.

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Los blogs en la globalidad

Más que esperar cambios directamente relacionados con el fondo o la forma de las prestaciones que los blogs, en este sentido especialmente los de plataformas genéricas, ofrezcan, y sin perjuicio de que en efecto puedan haber tales cambios, cabe esperar del paso de la globalización a la globalidad un cambio en la propia mentalidad de cualquiera que potencial o efectivamente tenga un blog. Y si hay cambios de prestaciones, debieran enfocarse justo según tal cambio de parecer.

A diferencia de lo que en bastante buena medida han sido y siguen siendo a lo largo de la globalización, tendrían que ser los blogs en la globalidad unas vías comunicativas definitivamente de carácter inicial, central y permanente en cualquier proyecto que cualquiera emprenda. Si ya en lo que está durando la globalización los blogs van a toda luz siendo en todo cada vez más esenciales, y desde el mismo principio de lo que emprendamos, no resulta extraño concebir el que debiera ser el próximo paso histórico, la globalidad, en tanto que una etapa en la que una nutrida presencia en la blogosfera devenga imprescindible desde los inicios del proyecto del que se trate. El progresivo alejamiento apreciable en los blogs en cuanto a su concepción como opcionales o a lo sumo accesorios parece que se ahondará pasando de una concepción ya hoy como importantes a una como ineludibles del todo, hasta el punto en que los blogs con toda probabilidad seguirán su tendencia a ser, cada vez más, proyectos en sí mismos y no tanto proyectos anexos o dependientes de otra clase de iniciativa.

En la propia esencia de la elaboración de un blog, incluso siendo en una plataforma particular, está presente el colaborativismo, pues en tal clase de plataforma, por lo menos el dominio del que deberás disponer tendrás que gestionarlo mediante un proveedor, de no ser que constituyas, o formes parte de, precisamente un proveedor de dominios telemáticos. Pero incluso los proveedores de dominios, y que en su caso proporcionen también almacenaje en la nube, están sujetos, y de ahí su base colaborativista, a la entidad que define los dominios telemáticos, entidad que a su vez tiene, o debiera tener, todo dominio ciberespacial gestionado por algún proveedor externo.

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Varias globalidades

De llegar a haber varias globalidades, y al igual que en todo lo que tiene cierta naturaleza evolutiva, pueden en el tiempo darse por superposición o por yuxtaposición, o sea y respectivamente, darse al mismo tiempo o bien una o varias tras otra u otras. La superposición, y menos en un asunto tal, no tiene por qué entenderse en tanto que jerarquía sino más bien en tanto que una superposición relativa o cambiante, y de la yuxtaposición cabe contemplar eventuales superposiciones sucesivas.

Los colaborativismos de perspectiva y alcance global que pudieran superponerse, y en todo caso vehiculados vía Internet, consistirían con toda probabilidad en una convivencia de fórmulas colaborativas que ante todo estarían más definidas por sus respectivos planteamientos completamente mestizos que por predominio alguno de una ideología o una civilización sobre otra. A partir de ahí, la yuxtaposición o sucesión que se diese o no hacia menos o más colaborativismos o hacia un solo colaborativismo, dependerá del grado en que las aún hoy existentes civilizaciones se sigan fundiendo y los resultados de unas u otras fórmulas devengan satisfactorios. Si ya de entrada, recién acabada la globalización, surge una sola globalidad, o bien, tras la superposición de varias globalidades iniciales se llega a esa una sola globalidad, debiera suponer la inviabilidad, o a lo menos la ausencia de conveniencia, de una ulterior superposición o yuxtaposición, pues de resultar satisfactoria una única fórmula para la mayoría, no tendría por qué darse fragmentación alguna salvo para, muy en la línea de lo informático, experimentar en cuanto a actualizaciones que, comprobadas sus eficiencias, se adapten a la fórmula general.

Una extrapolación de la típica dinámica de proyectos tan aplicable a blogs y otras iniciativas parecidas, es lo que te puede permitir entender fácilmente la dinámica textual y contextual al más alto nivel, o sea, a nivel histórico. Aplicándola a la etapa actual y a la siguiente, y por tanto y de manera respectiva a la globalización y a la globalidad, te resultará fácil determinar que ahora se está dando un final histórico de ciclo y que la globalidad será el ciclo siguiente.

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Cuando llegue la globalidad

En tanto que constante de la humanidad es destacable la conciencia de lo que es el mundo, pero concienciación mundial no es lo mismo que concienciación global, sino que de la primera puede haber y ha habido muchas clases, mientras que de la segunda hay una, aunque de hecho y con propiedad no la hay, sino que debe aún llegarse a ella y de ahí que tampoco pueda quedar claro si, en su caso, sería identificable más de una clase. Será cuando llegue la globalidad el momento de identificarlo.

Puesto que demorándose lo máximo, no debiera tardar justo desde ahora mucho más de una década que la globalización termine propiamente, es éste el tiempo que cabe esperar a poder identificar al detalle de qué modo se concreta la globalidad y si incluso habrá más de una globalidad. En todo caso, la conciencia global y por ende la globalidad en sí será una concepción más que a lo largo de la historia habrá habido del mundo; respecto a lo que se diferenciará, o debiera diferenciarse, es respecto a que toda conciencia propiamente mundial, o sea, toda la anterior a la era plenamente telemática e incluso un poco después, no ha dejado de ser hasta en el mejor de los casos y al igual que la, también constante humana, tendencia al mayor alcance territorial, bastante unidireccional. Juntando, de hecho, ambas constantes llegamos hasta las grandes concepciones civilizacionales de por lo menos los últimos decenios y cada una de las cuales, desde su perspectiva, tiene una idea del mundo y por lo común en el sentido de que la suya es, aun sólo por tradición y costumbre, la mejor a adoptar y en base a la cual el mundo entero se regiría de modo óptimo. La globalidad, y en definitiva un mundo más interactivo bidireccionalmente, implica superar esto y todavía encontrar más puntos en común.

La fácil y generalizada circulación del conocimiento a todos los niveles por Internet y en especial por la blogosfera se postula en tanto que una firme base en la que, desde el necesario respeto a todas las inevitables diferencias culturales que no dejarán de haber entre la gente cuanto más alejadas las personas estén, superar concepciones extremadamente diferenciadas e intolerantes entre sí respecto al otro, desde lo más local y particular a lo más mundial y civilizacional. Estás adoptando ya la globalidad si a esto de alguna manera contribuyes.

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Concienciación mundial, concienciación global

Deviniendo la comunicación social una realidad que se vehicula por unos métodos, los telemáticos, de alcance mundial y por unos espacios a los que la ubicuidad envuelve por la propia accesibilidad de tales métodos, puede que las conciencias identitarias acaben más fácilmente que nunca teniendo una muy conveniente tendencia a fundirse en una sola, a lo menos en un elevado plano contextual. Más allá de lo étnico y lo civilizacional, es una conciencia global hacia donde cabe dirigirse.

La evolución de lo organizacional en general y lo institucional en particular, tanto público como privado, tanto lucrativo como cívico o benéfico, no ha dejado de ir dirigiéndose siempre que ha podido hacia el alcance territorial más amplio, unas veces de manera más diplomática y otras lamentablemente de manera más violenta. Al ser, a toda luz, tal dirección al amplio alcance una constante en la humanidad, era cuestión de tiempo que generásemos una infraestructura de alcance mundial que cuando sea y desde donde sea permita establecer los eventuales contactos que se estimen oportunos y, en especial teniéndola ya, se confirma que no puede ser sino una infraestructura de carácter colaborativista y de ahí bidireccionalmente interactiva; siendo orwelliana o anárquica, Internet no habría sido sostenible, y de pretender pese a todo, pero ya sin sentido alguno, que fuese en modo unidireccional, no podría sino haberse implantado muy fragmentada y, así pues, con toda probabilidad a simple título accesorio en base a la clásica territorialidad de los países hoy existentes y complementando los tradicionales medios de comunicación de masas. No tiene sentido no desarrollar más la bidireccionalidad en base a un mundial concepto red, y en concreto global, porque ni de lo jerárquico ni de lo anárquico se garantiza un adecuado avance en conocimiento.

Un conocimiento que avance tanto como pueda es imprescindible porque ya se ha demostrado, en particular en el pasado siglo, que lejos de que pudieras contemplar a lo sumo simples añadidos a un conocimiento ya concluido, el conocimiento siguió evolucionando y mucho, y ya sólo por eso un proyecto como Arpanet, tan tecnológicamente avanzado en su momento pero al fin y al cabo muy limitado y cerrado, no era de por sí suficiente: tenía que abrirse o permanecer en un inútil encasillamiento. Con la infraestructura desplegada a nivel mundial y el conocimiento circulando también a nivel mundial, la conciencia social e identitaria que de la globalización resulte puede, y por lo menos en cierta medida conviene, que sea concienciación mundial, concienciación global en definitiva.

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Una plena interactividad bidireccional

Por lo común, si no siempre, las grandes obras de la humanidad han sido fruto de la colaboración pero, a diferencia de ahora y en la medida en que Internet bien puede considerarse una gran obra de la humanidad, tal colaboración ha sido interactivamente muy unidireccional. Incluso en los bienintencionados intentos de los medios de comunicación de masas respecto a integrar al máximo la participación del público, no ha sido factible tal cual una bidireccionalidad.

Tan sólo una infraestructura basada en el concepto red podía garantizar una plena interactividad bidireccional y de ahí que tuviese que sustentarse sobre un colaborativismo más allá de en un sentido puramente coordinativo y considerablemente jerarquizado. Lejos, pues, de la perspectiva orwelliana que todavía a según quién le puede parecer que debemos temer de Internet, no hay motivo serio para deducir que, en un sentido del todo opuesto, a lo que nos llevarán el ciberespacio y su tan descentralizada estructura en red será a lo caótico y lo anárquico. Si valoramos debidamente el enorme lujo que en comparación a toda etapa histórica anterior tenemos al disponer de una plena interactividad bidireccional en comunicación social, entendiendo social desde lo más personal a lo más colectivo, estaremos en disposición de hacer de los blogs y de todo lo telemático un auténtico entorno en el que colaboración, debate y crítica sean rasgos definitorios desde el más auténtico sentido común. E independientemente de lo que suponga respecto a generaciones muy anteriores, si nos convencemos de que entre lo orwelliano y lo anárquico es perfectamente factible encontrar un punto idóneo de desarrollo social y económico, lograremos con o sin, pero en especial con, Internet legar un mundo mejor a generaciones futuras.

Observarás que en cualquier sociedad la vertebración de la misma ha requerido métodos y espacios con los que vehicularse la comunicación social tanto pública como privada, pero cuando esto no se ha gestionado desde enfoques de tipo más o menos orwelliano ha tendido a caer en el caos y la anarquía, sin propiamente lograrse en momento alguno de la historia pretelemática una sociedad altamente colaborativa y en este sentido interactivamente bidireccional del todo. Con la blogosfera y toda Internet no sólo existe una probabilidad de lograrlo sino de lograrlo a nivel mundial por vez primera.

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El espíritu colaborativista en la blogosfera

Lo bueno de Internet es, en gran medida, que respecto a lo que guste o disguste de la misma no hay excusa para protestar por no poder hacer nada o por poder hacer muy poco al respecto desde la propia Internet. El ampliamente generalizado acceso al ciberespacio y la interactividad bidireccional que a éste caracteriza hacen que, a diferencia de en lo no internáutico, haya fáciles opciones para exhibir, o sencillamente mostrar, el parecer de uno respecto a lo que sea, la misma Internet inclusive.

Es en la blogosfera donde justo cualquiera tiene una mayor facilidad para abierta y libremente manifestar lo que le parezca de lo que considere oportuno, pudiéndose tratar de la misma blogosfera y, en general, Internet. La esencia colaborativa que yace en la implantación del ciberespacio que hoy conocemos, muy lejos de la antigua y cerrada Arpanet, no puede sino en efecto conducir a un nivel de abierta y libre manifestación tal, pues desde el conocimiento de cualquiera, sin tener por qué ser de una elevada erudición, puede emerger algo que sea notorio bien directa, bien indirectamente para Internet en sí misma. Hasta llegar hace tres décadas la eclosión de la Internet que hoy conocemos, la crítica positiva o negativa de lo que sea por parte de quien sea, y en general cualquier tipo de mensaje, poco o más bien ningún carácter podía tener permanentemente accesible, instantáneamente mundial y en todo momento sujeto a bidireccionalidad interactiva, ni siquiera tratándose de la retransmisión televisada de mayor relevancia y con mayor cobertura que en su caso se quisiera emitir de la manera más sincronizada entre cadenas a nivel mundial.

¿Hay algo de sentido de hecho en criticar negativamente algo que justo te permite criticar a través suyo? Partiendo de la base de que sólo por el hecho de que ese algo, en concreto y en este caso Internet, ya merece de por sí un cierto aprecio, oportunidad de mejora y mantenimiento de sus fundamentos por ofrecer tal oportunidad, claro que sí tiene sentido que todo aquello negativo que te puedan suscitar los blogs y todo el ciberespacio lo critiques, en base a la máxima coherencia, desde tales mismos canales, pues con ello contribuirás a reforzar el espíritu colaborativista en la blogosfera y en toda Internet, espíritu que las hace estar siempre sujetas a posible mejora.

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El consumo responsable

Resulta por supuesto recomendable e incluso necesario leer siempre los términos y condiciones de uso de los servicios telemáticos, entre ellos en efecto los blogs y en particular las redes sociales, que se emplean y guardarse una copia de lo leído y aceptado. La tan desaconsejable como a menudo nombrada costumbre que la gente tiene de no leerse tales términos y condiciones no es, sin embargo, menos ni más motivo de alerta que la típica costumbre de, ya en lo analógico, no leerse la letra pequeña.

Si demonizamos el ciberespacio porque la gente no se lee lo que acepta o porque supuestamente los términos y condiciones ya se ponen de manera lo suficientemente poco clara como para que la gente no sepa lo que acepta, tenemos que demonizar también todo lo que, al margen de Internet, cualquiera haya contratado sin preocuparse de leer al detalle la letra pequeña o asegurarse de comprender a fondo lo que asumía, por lo cual evitar Internet no es solución alguna para preservar la privacidad ni burlar estafas, sino que de lo que se trata es de seguir fomentando al máximo el consumo responsable desde la asunción de que estamos en una economía digital y que ésta, además de ser ya irreversible, no es en sí peor que la basada en lo analógico. Detrás del uso que alguien, o incluso algo si contemplamos opciones altamente automatizadas, pueda hacer respecto a nuestros datos en el entorno digital, pueden haber malas prácticas del mismo modo que pueden haberlas por métodos analógicos, así que sin dejar de lado la pertinente tarea que autoridades competentes deben realizar en cuanto a protección de datos, el consumo responsable empieza por la actitud que tengan los propios consumidores.

Quejarte de que en Internet se recopilen datos tuyos para conocerte mejor a efectos publicitarios tiene, de hecho, bastante poca coherencia desde el momento en que, en cambio, en el mundo no digital con toda probabilidad donde te resulte más atractivo ir a consumir sea justo todo lugar en el que precisamente te conocen a fondo y, de ahí, que sepan mejor lo que ofrecerte. En tanto que consumidor, tienes que ser tan responsable en las vías tradicionales como en lo telemático.

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El quid de la publicidad

Desde las perspectivas más reticentes a la actitud de exhibir, o sencillamente y en términos más suaves, mostrar la propia vida en el ciberespacio, más allá de considerar en sí cuando menos desaconsejable tal actitud no es extraño tacharla de una manera de dejarse llevar por las técnicas de recopilación de información personal que, a efectos por supuesto lucrativos, la publicidad ejecuta. Cabe sin embargo considerar ante esto ¿cuándo la publicidad no ha hecho lo mismo?

Sea por medios analógicos o digitales, el quid de la publicidad, desde la del pequeño comercio de toda la vida hasta la de las grandes multinacionales, consiste en conocer al cliente lo mejor posible. La simple charla con un dependiente, rellenar un formulario impreso en cuanto al nivel de satisfacción de un producto o servicio, la visita en persona de un comercial a domicilio o la conversación telefónica también con un comercial y muchas otras modalidades no precisamente recientes ni inventadas desde la blogosfera ni en general Internet son maneras de compilar información de la clientela para, se entiende, ajustarse lo máximo a sus necesidades y satisfacerla mejor, eso sí, con un objetivo que, tampoco siendo nada nuevo ni exclusivo del ciberespacio, tiene un carácter enfocado al beneficio económico del proveedor en cuestión. Mediante Internet ¿es más fácil no obstante conseguir todavía más información que antes respecto a cualquier cliente potencial o ya efectivo? Sí, por supuesto, pero ante una economía digital que ya es irreversible, lo que uno no puede hacer es mantenerse al margen por un miedo al fin y al cabo infundado siempre que además uno no descuide su capacidad de criterio propio y de un cierto cuidado respecto a la privacidad.

Las perspectivas que tanto alertan, e incluso alarman, en cuanto a la manipulación a la que en principio tan fácilmente se te puede someter por Internet mediante técnicas publicitarias no hacen sino caer casi o del todo en concepciones orwellianas. Mientras en la blogosfera y en toda Internet navegues y compartas de manera consciente, responsable y cuidadosa, no tienes por qué temer por tu privacidad, sino al contrario, podrás incluso tener una mejor relación con cualquier proveedor.

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Márketing digital

Por si en la economía digital no fuesen suficientes la reducción de gastos, el abaratamiento de costes y la mitigación de la degradación medioambiental, añade tal economía nuevas potencialidades en la captación de público interesado y, por ende, en la captación de clientes. Cuando además, y en la blogosfera tiene esto un reflejo claro a través de los blogs personales, le resulta a la gente tan atractivo el ciberespacio para exhibir su propia vida, las potencialidades son aún mayores.

Internet y de ahí también la blogosfera son empleables en tanto que herramientas de mercadotecnia y de hecho en la economía digital no pueden sino serlo, además de servir para otras cosas, porque son las vías por las que tal irreversible tipo de economía se vertebra. El resultado más característico de esta economía sería la enorme facilidad y rapidez en la personalización del producto con gran independencia de la ubicación física del cliente. Sin embargo, los gustos generales, y por lo tanto los productos asimismo generalistas, no parece que tengan por qué dejar de, si no del todo, en buena medida seguir predominando. En cualquier caso, la ubicuidad en el acceso al ciberespacio y, así pues, en las opciones de compra se combina con la ubicuidad y condensación de procesos y tareas que los dispositivos informáticos permiten en lo que respecta a la oferta, todo lo cual deviene en una realidad en la que las relaciones comerciales dejan de estar ligadas a la clásica necesidad de coincidencia en momento y lugar entre proveedor y cliente.

Viene a constituir el márketing digital un tipo de comercio que se diferencia rotundamente del de típico lugar físico de encuentro que todo proveedor debía procurar encontrar respecto a su clientela. Cierto que es una necesidad de los proveedores en la referida línea de gastos, costes y medio ambiente, pero asimismo puedes considerarlo una necesidad de los clientes que, por lo que se puede intuir, demandan experiencias más personalizadas, o sea más introspectivas, y no tan envolventes.

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Economía digital

A medida que va desarrollándose toda economía basada en lo analógico y en la relativamente baja automatización, es común la tendencia a ir sucediéndose cada vez más procesos e individuos en concepto de todo lo cual va aumentando el precio final del producto que sea. En una economía tal, así pues, se acaba, si bien proporcionalmente según el producto, pagando demasiado altos precios por ser fruto tales precios de demasiadas cosas y personas que han hecho posible el producto.

Si al característico encarecimiento de lo analógico poco automatizado añadimos un momento de supraproducción económica como el culminante del pasado siglo, resulta inevitable llegar a un punto de insostenibilidad en cuanto a la explotación de recursos en todo el planeta. La simplificación de procesos y la mayor facilidad en cuanto a automatización hacen de la economía digital en general e Internet en particular esa vía de escape que tuvo que aprovechar el capitalismo, aunque con renuncias drásticas a partir de las que quizá hasta pudiera plantearse que en verdad el sistema económico resultante no merecía seguir denominándose capitalismo. De hecho, tan sólo por las renuncias que suponen la pérdida de propiedad privada y la integración de la ecología, queda el capitalismo, y de continuar denominándolo así, muy diferente de lo que se supone que es y, en esta línea, muy lejos de siquiera poder calificarse del sistema triunfador que respecto al desmoronado comunismo se supone también que es. Sea como fuere, mediante la digitalización de la economía, ésta se vuelve menos material, menos propiamente física en especial en un sentido tangible: ello reduce gastos, abarata costes y facilita mitigar el perjudicial y ya insostenible impacto humano en el medio ambiente.

De la renuncia en cuanto a propiedad privada y de la renuncia que conlleva tener que asumir la perspectiva ecológica emana justo la producción en red, que es a la economía digital lo que la producción en cadena es a la economía analógica. En tu participación en la inevitable e irreversible economía digital, te resultará imprescindible tener presencia telemática en general y en la blogosfera en particular, pues de lo contrario será inviable tu acceso a la producción en red.

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La información es poder

Sin dejar de lado la historia oficial pero, en su caso y en la medida de lo razonable, yendo más allá de la misma, resultó una imperante necesidad Internet para el conocimiento, la economía y, tardando un poco más, el conjunto de la sociedad. De todo ello la irreversibilidad del cambio histórico que aún estamos viviendo, pero el embrión de Internet no fue fruto, directo a lo menos, de un diálogo entre académicos y empresarios, sino que bien es conocida la gestación desde lo militar.

Arpanet, el precedente de Internet, era por la propia significación de su nombre una herramienta del ámbito militar, lo cual no impide desviar nuestra convicción de que Internet era una necesidad ante la supraproducción de conocimiento, o en términos quizá más básicos, la supraproducción de información, o sea, de todo aquello comunicable y con cierta coherencia aun no siendo necesariamente, en un primer momento a lo menos, conocimiento. Lo básico de una infraestructura como Arpanet o Internet es que, y de ahí el concepto red, permite recoger, almacenar y replicar información de manera descentralizada, y además permite hacerlo fácilmente y respecto a gran cantidad de información, todo lo cual en comparación a lo analógico es ya de por sí una mejora incuestionable. Que esto se capitanease desde el ámbito militar tiene al fin y al cabo su sentido por aquello de que la información es poder y se trataba la época en cuestión, la de la Guerra Fría, precisamente de un período de elevada tensión militar entre los bloques que prácticamente si no del todo dividían el mundo: por un lado, el capitalista, de cuyo país líder, Estados Unidos, surgió Arpanet y después Internet, y por otro lado, el comunista, liderado por la Unión Soviética.

Bajo el principio de que la información es poder y de que la estrategia, en particular la militar, requiere en buena medida no tanto de fuerza sino de información, y a su vez la mejor estrategia es la garantía de victoria, Arpanet fue el modo en que el país líder capitalista pretendía ser mejor estratega militar que su rival. Es quizá un tanto decepcionante desde una perspectiva pacifista asumir que algo tan trascendental como Internet haya tenido su embrión en lo militar pero en cualquier caso ten en cuenta que no es extraño que lo trascendental consista en algo concebido inicialmente para una cosa y que luego acabe orientado hacia otra.

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¿Imprimir más?

Asumiendo que la ecología es requisito indispensable en la dinámica económica a cualquier nivel, se da otra importante renuncia en el ámbito económico dominante en todo el pasado siglo, de modo que economía en general y capitalismo en particular deben reconocer la imposibilidad de explotar indefinidamente y siempre en sentido creciente los recursos del planeta. Recuérdese que la otra renuncia era la que concierne a la concepción de la propiedad.

Quien guarde cierta memoria nítida de los primeros lustros de la actual Internet, recordará bastante fácilmente que por entonces, ante algún que otro temor a que perdiese cualquier valía lo impreso, y por tanto algo que es analógico, pululaba la idea de que con la informática y la telemática no iba a dejarse de imprimir sino que, muy al contrario, se iba a imprimir más. Contemplando esto ahora ya con el tiempo, desde la perspectiva actual resulta en cambio inevitable plantearse ¿imprimir más?, ¿en serio era ésa la idea? Pues en un principio sí. Hasta tal punto llegaba la que hoy es difícil no juzgar de, aunque sea mínima, contradicción, que el aprendizaje de todo, incluso de la informática en general y hasta de Internet en particular, a diferencia de lo que en la actualidad tenemos tan asumido que se encuentra muy especialmente en foros, blogs y en definitiva en lo digital y en lo telemático, se seguía justo vehiculando por medio de publicaciones impresas, al modo tradicional editorial. En el marco de tal idea hoy desfasada, teniendo en cuenta el aun así y de hecho precisamente ritmo vertiginoso de actualización que en lo informático ya se asumía que habría, el beneficio económico a obtener ante la supuesta necesidad que habría de tales materiales impresos tenía que ser enorme.

En verdad, si optas por una valoración suave respecto al enfoque inicial de la informática, incluida Internet, a imprimir más, tal enfoque podría ser al fin y al cabo calificable de, por lo menos en cierta medida, un paso que en su momento fue necesario y no tanto una contradicción. Pero si por en concreto el capitalismo hubiese sido, de no haber habido, o de haberse querido ignorar pese a todo, el daño medioambiental irreparable que eso habría contribuido a producir, la práctica del imprimir más es muy probable que hubiese continuado.

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Los límites de la explotación del planeta

Por más que la economía, sobre todo la capitalista, en su fijación por maximizar la producción y aumentar el público consumidor, no suela querer prestar demasiada atención a la cuestión medioambiental, no le queda otra que al final, tal y como de manera menos o más consciente hizo tres décadas atrás, aceptar los límites de la explotación del planeta. De ahí que la plena informatización telemática, con el ahorro que permite, resultara la vía de escape que en efecto, por lo menos de entrada, resultó.

No es casual que entre los movimientos sociales contemporáneos el ecologismo haya sido de los más remarcables. Éste no ha sido sino reflejo de una importantísima toma de conciencia social respecto a una nada agradable realidad a la que la economía conducía irremediablemente de no reformularse de un modo contundente. Más allá de la curiosidad que de por sí se desprende de que términos como economía y ecología, tan formalmente similares por lo menos en varios idiomas, representen realidades tan opuestas pero que finalmente parecen tener que acabar entendiéndose, lo cierto es que una economía que no contemple la ecología no es que sea ya imposible por una cuestión de que sin más una perspectiva, la económica, haya querido ceder ante la otra, la ecológica, o sea por lo que sería una cuestión de pura voluntad bienintencionada, sino que es imposible porque la economía, por más que quiera seguir creciendo, está desde hace por lo menos tres décadas en un punto en el cual el propio planeta no da más de sí desde un tipo de economía del todo analógica.

¿Hasta dónde permitirán las capacidades de la economía digital explotar el planeta? Probablemente, si se consigue un, según cómo se gestione, más que factible equilibrio en el aprovechamiento de los recursos y que no ha sido posible con la economía analógica, hasta puedas llegar a contemplar una realidad en que deje de haber sentido alguno en plantearse límites en esto, pues un equilibrio bien conseguido evita respecto a exceder límite alguno tener la necesidad.

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Creando el ciberespacio a toda prisa

Queda fuera de cualquier duda que, con o sin supraproducción por parte también del conocimiento, a lo largo de todo o casi todo el pasado siglo la economía en general, y en particular bajo las dinámicas capitalistas, hubiese en cualquiera de los casos estado enfocada a supraproducir. Que desde el conocimiento se supraprodujese hasta el punto de necesitarse crear en su momento la tecnología digital y telemática resultó a la economía un recurso al que de todos modos habría tenido que adaptarse.

Un conocimiento que, tal y como supuestamente tenía que ser el del pasado siglo según la perspectiva de su siglo precedente, hubiese resultado infraproductivo habría por supuesto no impedido que el capitalismo supraprodujese pero, tal vez por no seguir precisamente una dinámica de producción material con afinidades a la dinámica capitalista, sí contribuido a que no lo hiciese tanto, si bien ante el inevitable daño medioambiental que la supraproducción económica analógica termina causando al planeta la insostenibilidad de tal modelo económico hubiese llegado de todos modos, aunque con toda probabilidad un poco más tarde. Hubiese sido cuando hubiese sido, al haber llegado por completo la evidencia insostenible supraproductiva, no habría quedado más remedio que el, concluido según el referido supuesto, conocimiento se tuviese que haber vuelto a reactivar justo para encontrar alternativa a la insostenibilidad analógica que la economía habría acabado provocando de todos modos y la solución no habría sido otra que la misma de lo digital y telemático, pero se tendría que haber desarrollado e implementado muy a contrarreloj, a diferencia pero no mucho de como ocurrió en verdad.

Dando por sentado que, aun habiéndose realizado con más margen de tiempo del que podría haberse acabado precisando igualmente, la eclosión de la actual Internet fue una inevitable vía de escape para una economía que de no parar de supraproducir, como no habría hecho, habría llegado al colapso y si hubiera parado se habría estancado, puedes concluir que pese a todo se acabó creando el ciberespacio a toda prisa. Eso fue hace tres décadas y en el supuesto contemplado se habría producido tal vez hace dos aunque de manera más traumática, pero lo que puedes tener por seguro es que los blogs y en general Internet estarían hoy de todos modos en uso.

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De lo infraproductivo a lo supraproductivo

A diferencia de la economía, y en particular la economía capitalista de la que por su propia naturaleza ya se espera la tendencia a la maximización de la producción y del beneficio, hace un siglo exacto y más aún hace un poco más de un siglo lo educativo pareciera tener que estar destinado a la escasez de producción o infraproducción, por considerarse prácticamente todo ya descubierto en el conocimiento. Pero como al final no infraprodujo sino que superprodujo o supraprodujo, tuvo que encontrarse alternativa para lo analógico.

Habiéndose dispuesto, o creyendo que disponíamos, de un conocimiento completo de todo hace un siglo, en toda la última centuria y también en adelante no habríamos ya necesitado nada más que ir produciendo, según se desgastasen unas copias, otras nuevas copias de las obras culminantes de tal conocimiento, para lo cual con toda probabilidad nos hubiese seguido bastando la tecnología analógica por no causar tal producción, por su carácter infraproductivo, demasiado o prácticamente ningún daño medioambiental; puede que hasta habiéndose desarrollado lo digital y telemático, no se hubiese empleado más que en efecto en tanto que un complemento, en la línea de cómo aún mucha gente se toma tal tecnología. Todo esto en su conjunto hubiese de hecho ido en contra justo de los intereses capitalistas, para los que un ámbito, que en este caso habría sido el educativo, que no contribuye a generar cada vez más productos y más beneficios no tiene interés alguno. Al supraproducir el conocimiento también, y no por seguir el juego al capitalismo pues de hacerlo no habría, como en efecto sí hay, en el conocimiento margen para el espíritu crítico en general y, cuando procede, la crítica directa al capitalismo en particular, acabó el conocimiento, o sea lo educacional y lo académico, contribuyendo de manera menos o más consciente a un desgaste medioambiental por la producción cada vez mayor de materiales analógicos con los que, no habiendo otros, o sea no habiendo lo digital, dejar constancia de los avances de la sabiduría.

Si de haberse dado infraproducción, tal y como en principio se pensó que debía ocurrir, no hubiera ido nada mal, aun habiendo sido sólo un complemento, la tecnología de Internet, y de ahí la de los blogs, más motivo hay para potenciarse cuando ha sido supraproducción lo que en todo este tiempo de a lo menos un siglo ha acontecido. Pasar, en el ámbito investigador y educacional, de lo infraproductivo a lo supraproductivo justifica que la criatura ciberespacial de tal ámbito sea su destino y el de otro ámbito, el económico capitalista, dominante en todo el pasado siglo y que por principio ya tiene justo la máxima producción.

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Un problema de superproducción

En el fondo, parece coherente pensar que ámbito educativo y económico se lanzaron de cabeza al ciberespacio por un mismo motivo: resolver un problema de superproducción que en ambos casos llevaba a la insostenibilidad. Ante una legítima tendencia a seguir democratizando el acceso a la educación y generalizando la participación en la dinamización económica, teniendo en cuenta una población mundial creciente, lo analógico dejó de constituir una idónea solución.

Necesitando seguir produciendo lo educativo tantos materiales para el conocimiento y lo económico tantas mercancías para vender, con toda probabilidad resultaba inviable, en los inicios de la Internet actual, continuar del modo típico tales procesos y no acabar ya en ese momento por causar un muy grave daño medioambiental planetario en el que todavía hoy, si no vamos con cuidado y aun habiendo mejorado mucho la cuestión del reciclaje, estamos en bastante riesgo de caer. Siendo menos o más conscientes de ese daño, corrían la educación y la economía un serio peligro mundial de estancamiento o incluso de colapso tres décadas atrás y fue adaptarse a Internet lo que les abrió la puerta a cierto margen de mejora, debiendo implicar no obstante una transformación profunda de la que la globalización es el camino. Y ahí seguimos, en una reconfiguración de métodos, recursos, objetivos y dinámicas que debe conducirnos a seguir produciendo conocimiento y a seguir dinamizando la economía pero por vías que, igual que la blogosfera, sean de esencia telemática, abierta, bidireccional y multimedia: la esencia de la globalidad.

Los productos de toda clase, cumplan en mayor o menor grado la función de mercancía, pasan a ser de naturaleza virtual digital y las herramientas e infraestructuras para elaborarlos o devienen virtuales digitales también o se condensan en lo que cada vez más constituye el mismo dispositivo multitarea para todo el mundo: la tableta, entendida en tanto que es lo mismo en definitiva lo que aún hoy puedes encontrar denominado móvil, tableta propiamente, portátil y televisor. La reconfiguración está continuando.

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La gran criatura ciberespacial

No es para sorprenderse que el ámbito académico o en general educativo, en buena parte cuna de Internet, se transforme justo a raíz del desarrollo del ciberespacio, pero tampoco es fácil que tal ámbito, con la inercia que lleva de siglos, cambie de un día para otro. Con la gran criatura ciberespacial que las instituciones académicas engendraron, éstas bien pueden dar respuesta a qué hacer con la superproducción de conocimiento y a cómo agilizar el contacto entre investigadores.

De estar, como todo parece apuntar a que está, Internet destinada a transformar tantas cosas, raro sería que no transformase precisamente el entorno educativo que es donde acabó en gran medida conformándose la base de lo que el ciberespacio es hoy. Lo educativo, y en especial de nivel superior, lo que sería con propiedad lo académico y en particular lo académico universitario, tras al parecer haber llegado hace algo más de un siglo a la convicción de que todo el conocimiento estaba ya descubierto y que en lo sucesivo sólo cabría ir haciendo en todo caso pequeños añadidos, ha seguido desarrollando, en cambio, su función esencial de producción de conocimiento hasta tal punto que, en contra de lo que desde una perspectiva pragmática y convencida habría ido bien a quienes consideraban el conocimiento concluido, ha sido evidente hasta cotas culminantes no en sí el conocimiento sino la producción de materiales con los que del avance en conocimiento se deja constancia y sigue progresando la erudición. Nos estamos refiriendo por descontado a materiales analógicos, que por tanto precisan de su espacio propiamente físico de almacenamiento. Además, las telecomunicaciones predigitales, no sólo ya lentas en sí mismas, contribuyen a tener que en su caso generar más amontonamiento de tales materiales.

Con una tecnología, la de tipo digital y telemático, que permite almacenar cómodamente cuantos materiales de conocimiento se produzcan y que hace, por si fuera poco, de la comunicación en general, y por tanto entre investigadores también, algo que es instantáneo se esté donde se esté en todo el mundo, es natural que, sobre todo ante un cúmulo de materiales académicos antiguos y de nuevos que van a tener que seguir haciéndose, el ámbito educativo no sólo abrace esta tecnología sino que haya sido desde donde se ha impulsado. Aun con lo que a través de su propia criatura le queda por evolucionar, tal criatura, Internet, es de lo educacional el destino.

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Del aprender y punto al aprendiendo a aprender

Hacia donde la globalización encamina y a donde la globalidad debiera acabar llegando representa en la línea de un cambio histórico profundo que está viviendo la humanidad unos retos pedagógicos de enorme impacto por la gran y trascendental transformación que en el modelo educativo está en ciernes. En concreto, el paso del aprender y punto al aprendiendo a aprender va vehiculado por la bidireccionalidad multimedia o el multimedia bidireccional según prefiera llamarse de un modo u otro.

A grandes rasgos, y si bien lo multimedia en tanto que un complemento pedagógico parece ir implementándose, el sistema educativo típico de cualquier país, y que aún en muy buena medida sigue vigente también en cualquier país, es mayoritariamente interactivo unidireccional incluso en la educación superior, en el sentido básico y fundamental de relación de educador a alumnado, pero además tal sistema educativo, aunque a partir de cierto punto es voluntario, está sustentado en la idea de que el largo recorrido que etapa obligatoria y voluntaria constituyen es lo que, no obstante sin garantía absoluta, conducirá a que lo que hagamos pueda llegar a gozar de gran calado en la sociedad. Sin embargo, con Internet, y de ahí con la blogosfera, acontece que la gran accesibilidad al vastísimo volumen de contenidos de infinidad de fuentes acaba de manera irremediable superando por supuesto cuantitativamente pero también, siempre que tengamos un cierto interés y visitemos los adecuados portales, cualitativamente lo que en las aulas, en el sentido sobre todo de aulas tradicionales de educación presencial y no tanto en el de aulas virtuales, pueda enseñarse en lo que dura toda una trayectoria académica.

Por descontado en etapas muy infantiles de todo ser humano, la educación no puede sino concebirse de manera interactiva sobre todo unidireccional, pero a la que un individuo es capaz de manejarse con el ciberespacio, y esto ya se ha ido produciendo cada vez a edad más temprana, la bidireccionalidad en plan multimedia y telemático va a representar un atractivo tan conveniente de aprovechar y en potencia tan bueno como pertinente de usar con prudencia. En cualquier caso, parece que lo autodidáctico y lo que puedas todavía encontrar calificándose de educación informal están llamados a ocupar una posición igual o superior a lo considerado educación formal.

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Aprendizaje multimedia

Cuando ya tan fácil es expresarse en los diferentes formatos mediáticos, es imprescindible que el aprendizaje multimedia sea del todo el enfoque que en lo didáctico y lo autodidáctico marque las directrices de la adquisición y puesta en práctica de conocimientos. La bidireccionalidad deviene en este aspecto la modalidad de interactividad específica con la que no desaprovechar una facilidad tal.

Quien aprende por y para un solo formato mediático está transitando una vía de aprendizaje que no es ya lo propio de un entorno multimedia. Sin esto implicar en absoluto que especializarnos resulte inadecuado, es cada vez más necesario o a lo menos recomendable que estemos, si no adiestrados, sí familiarizados respecto a los varios formatos mediáticos que por la blogosfera y toda Internet circulan en igualdad en cuanto a facilidad de difusión. Desde la perspectiva del emprendimiento y mantenimiento de un proyecto en el ámbito de los blogs, la familiaridad con el multimedia permite como mínimo que nos resulte cómodo navegar por diferentes portales telemáticos en búsqueda de materiales de diverso formato que puedan servirnos a título de inspiración, de compartición o de ambas; en lo que con propiedad es la realización de materiales de múltiples formatos mediáticos, ello representa nuestra puerta de acceso a la capacidad de desarrollar en particular nuestra presencia en redes sociales especializadas.

Más allá, por tanto, de que el aprendizaje multimedia se entienda, tal y como con toda probabilidad sea todavía muy fácil hacerlo, en tanto que quien aprende reciba conocimientos mediante diversos formatos, lo cual es importante y necesario, debes entender que tu puesta en práctica de tales conocimientos conviene que sea multimedia también, por lo menos en buena medida. Sigas una educación más formal o más informal, la bidireccionalidad multimedia resulta, así pues, determinante.

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Conocerse a sí mismo

Tener un blog, en especial un macroblog o lo que sería un blog al uso, es una extraordinaria manera para, justo en la línea de los tradicionales diarios personales en soporte papel, explorar las propias habilidades e ir desplegando en este sentido el potencial del que se dispone. Se trate de un blog propiamente personal o, en cambio, de uno más bien impersonal, representa la manera de conocerse a sí mismo que será propia de los próximos tiempos.

No sólo en base a toda la gran dimensión de lo que la globalidad puede dar a entender va a ser, y de hecho seguir siendo, útil y hasta necesario hacerse un blog en toda iniciativa, sea individual o grupal, sino que en lo más propiamente personal, en el sentido de lo más genuino, particular y quizá íntimo, cabe que lo entendamos en tanto que la vía por excelencia de ir aprendiendo a aprender, dentro de lo cual y más allá de lo didáctico en general y lo académico en particular, bien podemos incluir el propio autoconocimiento, el cual hasta la llegada de los blogs y de toda Internet resultaba, por más que se quisiese compartir con el mundo, complicado llevar a cabo de otro modo que no fuese en la más estricta intimidad. Compartir, y de manera tan abierta, lo que hagamos a medida, no sólo que lo hacemos ya con altos niveles de maestría, sino que vamos aprendiendo a hacerlo, deviene una forma de aprendizaje a la vez que de autoconocimiento que jamás había tenido ocasión de practicarse y no sólo conlleva un replanteamiento tan positivo en quien aprende sino que constituye un buen motivo de replanteamiento respecto a los tradicionales modos de revisión, supervisión y evaluación.

El aprendizaje general y de uno mismo no había podido ser tan abierto e interactivo antes a lo largo de toda la historia. Se trata, en conjunto, de una ventaja enorme y de la que harás bien, en particular mediante la blogosfera, en aprovecharla en toda la profundidad que te resulte factible, si bien conviene que extremes al mismo tiempo tus niveles de cautela ante la por otro lado gran facilidad de que por el ciberespacio se publique lo que sea por parte de quien sea.

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Hacia la globalidad

Atravesando un cambio histórico que, si se está de acuerdo con que además de que se trata en efecto de un cambio histórico lo define la globalización, debiera acabar tal cambio conduciendo en definitiva hacia la globalidad, cabe preguntarse ¿cuándo puede aunque sólo sea estimarse que la globalidad se completará? De atender a las características que emanan de tal cambio, debiera completarse a lo sumo no mucho más allá del próximo final de década que se produzca.

La globalización, que con propiedad debemos identificar justo con el inicio de la generalización de la Internet que hoy conocemos y que se remonta por tanto a tres décadas atrás, no deja de ser por su propia significación un estado transitorio y si encima se corresponde con un cambio irreversible no tendrá demasiado sentido que se alargue más allá de una década más en adelante; de hacerlo, o bien sería muy probable que se termine dando un notable colapso por algún lado, o bien resultará que tal transición no era tal ni, por ende, merecía denominarse globalización sino nueva sociedad de masas o algo por el estilo. Sin embargo, si tal y como todo parece apuntar, estamos atravesando un cambio profundo hasta el grado de resultar transcontextual y revolucionario, un total de cuatro décadas es, aun representando un largo período en una vida humana, un lapso de tiempo que a escala histórica planetaria, y si bien de todos modos bajo la perspectiva humana, aún podríamos calificar de rápido. De superar de largo las cuatro décadas y, así pues, cuanto más nos acerquemos al medio siglo de duración desde el comienzo de Internet y de la globalización, si todavía no hemos alcanzado lo que con propiedad podamos denominar globalidad, con toda probabilidad ello redunde en que el mundo se acabe encontrando gravemente afectado por una inadaptación respecto a la que en cambio habría tenido tiempo de sobra para evitarla.

De preguntarte qué es lo mejor que puedes hacer para encaminarte a la globalidad, ten por seguro que la respuesta radica simplemente en emprender o continuar un blog. En particular, conviene que te dediques a desarrollar un proyecto completo en el sentido de cultivar tu presencia en la macroblogosfera mediante un blog en una única plataforma y en la microblogosfera teniendo tu presencia en cuantas más redes sociales, sobre todo generalistas, mejor.

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Efecto retroactivo transcontextual

Tanta es la envergadura de la retroactividad de Internet, que absorbe lo propio de la etapa anterior hasta tal punto que aun este cambio de ciclo histórico siendo calificable de revolucionario puede no dar la sensación de que se esté ante algo que con propiedad sea una revolución. Una revolución, brusca o no pero en cualquier caso de una cierta rapidez en términos históricos, es un fenómeno de transcontextualidad.

De la brusquedad, igual que en su caso de la falta en sí de retroactividad, no se deriva que una etapa nueva vaya a ser radicalmente diferente de la anterior ni que, aun llegando a serlo, tenga más mérito que habiéndose producido sin brusquedad, pero bien es cierto que a lo largo de toda la historia predigital y en especial en sus últimas etapas lo que hemos llegado a entender en tanto que revolucionario ha implicado por lo común choques bruscos que si no siempre a menudo han terminado revistiéndose de un supuestamente bonito discurso de heroísmo. Con toda probabilidad, tal brusquedad no ha solido sino acrecentar por su tendencia a la falta de retroactividad las posibilidades de repetir justo lo que haya llevado al choque del que según qué situación y ámbito se tratase; y así la humanidad, si queremos continuar con esta perspectiva respecto a la concepción de lo revolucionario, ha estado de revolución en revolución en el sentido de que ha estado de conflicto en conflicto entre al fin y al cabo prójimos. Pero esto puede que esté en un momento crucial para dejar del todo o casi de ser así. La tecnología digital telemática, de la que la blogosfera es parte tan notoria, tiene tal efecto retroactivo transcontextual que su eminente carácter revolucionario pasa casi desapercibido.

Además de la tecnología en sí y, ya extrapolando un poco, los medios de comunicación, en particular los de masas, abarca la incidencia y a la vez retroactividad de Internet, a través de la blogosfera en buena medida, todos los ámbitos de nuestra época, que por reducirlos a un par en los que puedan más o menos incluirse todos puedes básicamente considerar que son el social y el económico, ambos en sus múltiples niveles textuales y contextuales. La revolución digital, aun no pareciendo una revolución a la vieja usanza, lo es quizá más que muchas de las de tal clase.

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Retroactividad

Además de que, entre los elementos propios del ciclo transformador e irreversible que a nivel histórico se está produciendo, constituye la blogosfera uno de los elementos calificables precisamente de más irreversibles, es también el ámbito de los blogs un elemento determinante en otro criterio a considerar en la identificación de un cambio tal: la retroactividad. Por retroactividad entiéndase la medida en que la nueva etapa es capaz de absorber lo propio de la anterior.

Que un cambio sea profundo no conlleva que vaya a perderse todo o muy buena parte de lo que fue la era previa; si así fuese estaríamos, de hecho, ante más opciones de continuar o repetir justo lo anterior debido precisamente a simple inercia por falta de haber conservado de alguna manera lo anterior aun siendo sólo en modo referencias, que ante opciones de emprender algo que en efecto sea nuevo. Desde la perspectiva de la trayectoria de proyectos ya conocemos el habitual hecho de que todo ciclo inicial de una iniciativa, sea un blog u otra de prácticamente cualquier índole, suele estar marcado por cierto caos, así que si ante esto no conseguimos retener y con la debida adaptación conservar lo precedente, el paso hacia el nuevo ciclo tiene altas posibilidades de crear, aunque sea momentáneamente, una sensación generalizada de vacío y desorientación que no haga tal paso sino más caótico, y hasta doloroso y traumático, en comparación a lo que podría y en definitiva debería ser. Por la esencia tan multimedia y la elevada capacidad de almacenaje que a Internet caracterizan en general y a la blogosfera en particular, ya es observable desde hace de hecho como mínimo algo más de una década el volcado que de todo lo propio de la comunicación de masas se va haciendo hacia el ciberespacio, lo cual es un efecto retroactivo evidente.

Puedes apreciar, pues, que en esta época y en la transformación que la está caracterizando el criterio de retroactividad se cumple también. Entendida en tanto que criterio que puede ser definitorio de un cambio histórico, es importante que la retroactividad se dé porque sobre todo en el caso de cambios profundos como el actual contribuye a que tal cambio, pese a su considerable profundidad, no derive a lo menos en buena medida en un cambio brusco.

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Irreversibilidad

Una manera clara de por lo menos acercarse a una firme conclusión de si un momento de cambio de ciclo a altos niveles textuales y contextuales es o no profundo como para que sea o no calificable de cambio histórico consiste en discernir si el fruto de tal cambio es o no irreversible. El solo hecho de que los actuales factores transformadores profundos no afecten a un único tipo de contexto sino a prácticamente todos hace prever que la irreversibilidad es muy probable a todos los efectos.

Poniendo énfasis en que, aun habiéndose producido en su caso una Supranet, una Infranet o ambas, hubiésemos acabado llegando a Internet, pretendo recalcar algo más de lo que se pudiera derivar de limitarme a hacer una afirmación de en el fondo poca trascendencia porque no pueda considerarse al fin y al cabo más que una suposición respecto a la que fácilmente pueda pensarse que teniendo en cuenta la realidad actual de Internet qué más da afirmar ya lo que justo antes podría o no haber sucedido. Lo que intento es, y ahora sí haciendo una valoración propiamente de futuro, dejar claro que una Supranet o Infranet no serían tampoco ya planteables en tanto que sucesoras de la Internet que conocemos, ya que no dejarían de representar precisamente una vuelta atrás hacia lo característico de la sociedad de masas, pero lo que justo a esta clase de sociedad y al sistema económico capitalista que la ha caracterizado les ocurre es que se están transformando de tal manera que si no han dado ya en su momento el que hubiera sido un paso intermedio como el de la Supranet y la Infranet, no lo darán en tanto que paso siguiente en el marco de la Internet actual.

Teniendo en cuenta el inmediato y directo despliegue que supuso Internet en tanto que una infraestructura global que no es concebible sino bajo unos principios colaboracionistas y de interactividad que tanto se desajustan en cuanto a la economía capitalista y a la sociedad de masas, bien puedes apreciar que muy evidentemente tales economía y sociedad han tenido que someterse a un cambio profundo a raíz de asumir que no daban más de sí. El criterio de irreversibilidad, por lo tanto, se cumple.

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¿Supranet e Infranet?

De haberse pretendido construir una Internet prácticamente calcada del ecosistema comunicacional anterior, o sea el de masas, tendría que haberse concebido en base a una diferenciación bastante marcada en cuanto al acceso. Por más que a la práctica su alcance hubiese sido mundial en el estricto sentido de ser accesible desde cualquier punto del planeta, no hubiese sido una infraestructura global por las carencias que se habrían producido como mínimo en interactividad.

Aunque desde mi perspectiva habríamos acabado yendo a parar a la misma Internet que hoy conocemos, sigamos con la suposición planteada para en definitiva terminar comprendiendo que si tal supuesto paso no se ha dado, y por tanto tampoco se ha mantenido, es por algo. Vaya por delante que soy plenamente consciente de que, pese a su globalidad, sigue sin ser Internet a fechas actuales accesible en todo el mundo de la manera universal que sería deseable, pero en sus fundamentos no deja de estar precisamente la globalidad y de todo esto se deriva, de hecho, que bien pueda considerarse que aún estamos en fase de globalización y no en sí de globalidad. Para empezar, una Internet que en su esencia no tuviese con propiedad lo global, si bien quizá sí de algún modo lo mundial, no debería haberse llamado Internet. Más bien, y dependiendo de la clase o las clases de acceso que hubiese ofrecido, habría si no tenido sí merecido otro nombre u otros nombres: ¿Supranet e Infranet? Ya se hubiesen dado ambas o sólo una de ellas, la diferencia respecto a nuestra Internet, a la que reitero que hubiésemos acabado llegando de todos modos, estribaría en que una Supranet estaría enfocada a la hipertextualidad entre una serie de sujetos tal vez calificables en cierto modo de élite y una Infranet lo estaría entre lo calificable de gran público.

En un sistema económico verdaderamente consolidado y estable como supuestamente tenía que ser el capitalismo en el momento en que Internet empezó a ser una realidad abierta y generalizada, hubiese podido tener algún sentido emprender una infraestructura tipo Supranet, Infranet o ambas combinadas y en cualquiera de los casos a modo de simple complemento de las infraestructuras ya existentes y propias de tal sistema económico. Pero no, bien puedes apreciar que directamente, y creo que acertadamente, se pasó a Internet con la consiguiente renuncia que para el capitalismo supuso respecto a la idea de propiedad, síntoma de que tal sistema económico no estaba tan consolidado ni era tan estable.

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Una renuncia acertada del capitalismo

Lo que una infraestructura como Internet es está tan lejos de cualquier clase de realidad más o menos orwelliana que justo uno de sus mayores rasgos diferenciales, y desde luego uno de sus méritos, es que no es propiedad de nadie. Aún tiene más mérito cuando algo de tanta importancia pero que carece de propiedad y cuya construcción es de esencia tan colaborativa ha surgido de un mundo en el que el capitalismo, del que tan definitoria es la propiedad privada, ha sido el sistema económico dominante.

Ante cualquier duda que pudiese quedar, si Internet ya aleja de por sí al propio capitalismo de que, si es que llegase a plantearse siquiera, se emprenda la formación de un mundo orwelliano, todavía supondría un mayor alejamiento desde unos principios de base comunista. El colaborativismo que Internet requiere trasciende ambas concepciones que tan concretas y específicas, cada una a su modo, son en cuanto a la propiedad. Desde una pura y simple perspectiva de la sostenibilidad, una infraestructura global, como lo es Internet, es inviable, además de ya de por sí indeseable, desde una única entidad propietaria, sea pública, sea privada: requeriría tal única entidad una cantidad tan descomunal de recursos a concentrar en su poder que, aun siendo en particular respecto a libertad de expresión esa entidad supuestamente más tolerante y abierta que orwelliana, no podría dejarse a la economía ningún margen de circulación ni desarrollo que no fuese el propio mantenimiento de la infraestructura, todo lo cual no tiene ningún sentido. Que pese a la que en verdad puede considerarse una renuncia acertada del capitalismo a un importante aspecto de la idea de propiedad, haya precisamente prosperado Internet permite intuir en el marco del capitalismo un punto de inflexión muy claro, contribuyendo a dar de entrada por hecho que en efecto Internet se construye con ciertas intenciones buenas y no para consagrar un dominio elitista global al que de hecho, e independientemente de que en sí es ya malvado y reprobable, no tendría siquiera sentido plantearse incluso por quien más malvado y reprobable fuese intentar darle forma.

Si respecto a una infraestructura que ni a nadie pertenece, ni por nadie es controlable y en la que no hay prácticamente ninguna obligación de adentrarse en modo alguno, se ha volcado tanto ni más ni menos que un sistema económico tan basado en la propiedad privada y que sin tal infraestructura estaba ya en principio tan consolidado, puedes tener por seguro que un fenómeno transformador está por lo menos latente. Hasta qué punto el capitalismo sigue o no transformándose será curioso de observar.

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El panorama comunicativo es nuevo porque es global

Del mismo modo que interactividad y que multimedia, no es nuevo el término global, ni globalidad, ni globalización; no obstante, igual que todo lo que si bien teniendo cierta permanencia no es en cualquiera de los casos un eventual y simple motivo de efeméride, se trata de conceptos que van adquiriendo con el tiempo su plena significación más allá de lo restringido a funciones puramente complementarias. La plena significación de lo contextual global está en un instante decisivo.

Junto con todo lo que a nivel textual, entendiendo textual en un sentido muy amplio, comporta la contextualidad global, va a dar tiempo en una década, ésta de hecho en la que ya nos encontramos, a que la inflexión definitiva de un cambio de ciclo profundo a nivel histórico acabe de configurar una etapa en la que, en concreto y precisamente, el panorama comunicativo es nuevo porque es global y no ya el propio de la sociedad de masas. Que los mismos medios masivos, lejos de seguir constituyendo un factor social y económico eminentemente central y del que, para según qué perspectivas, pudiera derivarse algún tipo de mundo orwelliano, vayan en cambio hacia una adaptación a lo interactivo bidireccional y a lo multimedia telemático es un síntoma clarísimo de que el fenómeno transformador que en los blogs tiene un ejemplo tan característico es más que un fenómeno anecdótico. Además queda claro que, en el gran proyecto que de alguna manera puede considerarse que es la trayectoria humana, el cambio textual y contextual trasciende lo estrictamente circunscrito a medios comunicativos porque sujetos de toda índole se siguen adaptando en profundidad a lo interactivo y a lo multimedia, que no son sino las directrices de la globalidad.

Cuando una generación adulta entera es ya propiamente blóguer, todavía hay más motivos para creer que sujetos de todo tipo van a continuar, y de hecho a ya no concebir de otro modo, sus iniciativas particulares desde lo ciberespacial y, de modo muy específico, desde la blogosfera. Justo un inicio de década en el que se aprecia un punto de salida de tantos elementos combinados que a su llegada al final de la misma década pueden más que con toda probabilidad acabar consolidando una nueva era no tiene por lo común muchas oportunidades de vivirse, así que es motivo todo ello para que concibas en tanto que un interesantísimo período los próximos tiempos.

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Una dinámica comunicacional nueva

Siendo de por sí relevante, se trate de la blogosfera o de otra cuestión abordada, no es definitorio un único factor en lo que concierne a un importante fenómeno como pueda ser un cambio de ecosistema o panorama comunicacional en particular e histórico en general. Es necesario que, en lo que sería desde una perspectiva amplia el aspecto textual, sean identificables otros factores relevantes de parecida naturaleza; y además tiene que haber un apreciable contexto cambiante.

Todo aquello, en particular servicios de diferentes finalidades, en lo que esté claro que a través del propio ciberespacio se vehicula con una destacada incidencia y que además resulte de naturaleza muy o bastante genuinamente ciberespacial es calificable de factor de naturaleza por lo menos parecida a la del ámbito de los blogs. Sin embargo, aun siendo identificables una gran multitud de factores de tal clase, todavía podríamos tener cierto margen de duda que nos empujase a mantenernos, e incluso a ofuscarnos, en la convicción de que sólo se trata de un fenómeno circunscrito a una determinada clase de dinámicas muy específicas pese a su eminente carácter abierto y global; ahora bien, resulta que lo que no es muy ni bastante genuinamente un fenómeno del ciberespacio experimenta en general una tendencia a vehicularse por las dinámicas que éste facilita, y no parece que sea una tendencia que vaya a haber resultado puntual sino todo lo contrario, se aprecia que va a mantenerse y a crecer. Así pues, ya tenemos ante nosotros un cúmulo suficiente de factores textuales que en perspectiva histórica parecen encaminarse juntos hacia perfilar una dinámica comunicacional nueva que se consolidará en tiempos próximos, conllevando una también nueva dinámica social en general.

El contexto de nivel más elevado en el que más que probablemente sería conveniente encuadrar la dinámica comunicacional y social que factores del tipo expuesto representan sería el de lo global. Las directrices que dan sentido a lo comunicacional y a lo social que van hacia lo global son, en esencia a lo menos, la interactividad y el multimedia, rasgos eminentemente característicos de Internet en su más amplia extensión y, por ende, de la blogosfera en su totalidad.

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Más que una efeméride

Por mucho que un aniversario, máxime cuando representa un período nada despreciable de dos décadas, constituya motivo de fijar la atención en algo, en este caso el término blogosfera y por extensión la propia blogosfera, bien puede haber fundamentos para que el interés merezca un calado de nivel más profundo en lo que con toda probabilidad pueda albergar más que una efeméride. Muchas cosas irrelevantes pueden al fin y al cabo perdurar: comprobemos si es éste el caso de los blogs.

Con todo el mérito que en sí misma la permanencia de algo pueda de entrada suponer, no se deriva por fuerza que lo que perdura es importante, pues la propia condición de irrelevancia permite, en ocasiones por lo menos, justo permanecer porque ante la falta de interés suscitado nada ni nadie resulta atraído en sentido negativo, si bien tampoco en sentido positivo, o sea, en nada ni en nadie provocaremos acción alguna que pudiera derivar en nuestro perjuicio pero tampoco la provocaremos en nuestro beneficio: iremos pasando, en definitiva, desapercibidos. No deja de ser a su modo el pasar desapercibido una vía que en efecto favorece la permanencia y tal vez, en cierta medida, esto de alguna manera haya marcado hasta hace bien poco o incluso hasta ahora lo que en concreto es la macroblogosfera: de ahí que en su momento y hasta hoy hayan surgido con fuerza y mantenido una función destacada los microblogs o redes sociales. En quien se preocupe, no obstante, de profundizar en el ámbito de los blogs y sacarle todo el potencial que nos ofrece, cosa que hará cada vez más gente por haber ya una primera generación plenamente blóguer, es casi, si no del todo, inevitable percatarse de que macro y microblogosfera se complementan y, en cuanto a pleno sentimiento de realización personal, la primera no deja de estar, si no siempre, sí muchas veces por encima respecto a la segunda.

Limitándote bien sea a la macroblogosfera, bien sea a la microblogosfera, será factible que de modo tan fácil como, bajo mi perspectiva, erróneo te parezca prescindible el otro de los ámbitos de la blogosfera que no cultives. Aun pasando quizá para todavía bastante gente la macroblogosfera desapercibida, y aun pudiendo ser que en algún momento sean las redes sociales las que pasen más desapercibidas, la complementación entre ambos niveles es tan recomendable y hasta necesaria que ninguno es irrelevante en absoluto.

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