Las instituciones europeas son en esencia un buen ejemplo de la tendencia hacia la colaboracionista e igualitarista sociedad red desde la perspectiva política y administrativa. Ahora tienen que demostrar que así funcionan ante el reto, que ojalá no se hubiese tenido que afrontar, de la guerra provocada por Rusia contra Ucrania.
Ante los patentes signos de flaqueza rusos que, a pesar del mal que indudable e inhumanamente han causado en Ucrania, se manifiestan y quedan especialmente demostrados por la prolongación de una invasión que Rusia concebía como guerra relámpago, una acción en red como la que a la práctica están llevando a cabo las instituciones europeas para dotar a Ucrania de lo necesario para ganar esta contienda debiera dar sus positivos frutos más pronto que tarde. El momento concreto en el que tales victoriosos frutos lleguen habrá terminado siendo, en cualquier caso, asimismo más tardío de lo que hubiera sido conveniente.
Si bien Rusia esperaba hacer una invasión relámpago, habría sido lo deseable en Europa una respuesta que hubiese devenido, en cambio, un triunfo europeo precisamente relámpago con lo que haber salvado desde el principio a Ucrania de la pesadilla que está viviendo. Esto merece que las instituciones europeas, y occidentales en general, hayan tomado nota para eventuales conflictos venideros en los que una contundente y previsora coordinación tipo red sea, desde el comienzo, mucho más efectiva.
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