Ir perfeccionando el algoritmo pacificador

Siendo, a la práctica, el actual conflicto en Ucrania una guerra civilizacional entre Occidente y la civilización de base ortodoxa rusa, hay en efecto probabilidades de que la duración sea, cuando menos, mayor de lo que sería una guerra, si bien igualmente no deseable, entre unos simples e internacionalmente poco relevantes países. En base a esto, puede que lo que por cronificación del conflicto se entiende se produzca.

Nuevamente estamos a partir de ahí a la expectativa de que lo que apunta a signos de flaqueza de Rusia termine por definitivamente hacer, por lo menos, recapacitar y entrar mínimamente en razón al Kremlin para que pare su delirante invasión de Ucrania. En este sentido, si la guerra en Ucrania se cronificará o no está en manos de la eficiencia que ir perfeccionando el algoritmo pacificador tenga ante una Rusia que siga sin mostrar signos de lo que una potencia seria debiera intentar ser.

En la cuestión energética parece estar la clave en cuanto a lo que para lograr la eficacia del algoritmo de la paz cabe acometer ahora mismo para que a Rusia se le sumen mayores dificultades a sus manifiestos signos de flaqueza. Sin Occidente como el tan importante cliente que es para Rusia, el régimen de Moscú va a tener que plantearse sin duda si prefiere mantener su propio riesgo de acrecentar su flaqueza o si volver a hacer factible una vía diplomática que sobrepasó su fase in extremis.

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