¿Los autoritarismos se exacerbarán o se disiparán?

En la medida en que Ucrania y Rusia son un reflejo de otros potenciales conflictos civilizacionales merecen abordarse como prevención de lo que pueda acontecer en otros puntos del planeta donde regímenes dictatoriales, y autoritaristas en general, pueden pretender dar el paso también a neoimperialismos como el ruso. Las medidas emprendidas, pues, contra Rusia conviene que se sigan afinando incluso tras el conflicto.

Bien puede que, sin embargo, el más que probable gran agujero negro civilizacional en el que Rusia se convierta haga recapacitar ya de antemano a tales regímenes autoritarios y hasta les haga quizá plantearse la conveniencia de modelos democráticos que, seguramente, sus respectivas ciudadanías agradecerán. Ésta es una disyuntiva interesante a observar mundialmente en tiempos próximos a tenor de lo acometido por Rusia: ¿los autoritarismos se exacerbarán o se disiparán? Esperemos que ocurra lo segundo.

Si la continua inadaptación de Rusia a la sociedad red y la era de la información le ha llevado a lo que muy probablemente sea un porvenir peor del que haya podido vivir durante y después de la URSS, otros regímenes autoritarios debieran por fin percatarse de que son regímenes desfasados, trasnochados y anacrónicos. No es porque así lo estipule o no Occidente, es por lo que queda demostrado en el ejemplo que constituye el desastre al que la propia Rusia se somete a sí misma.

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