Uno de los objetivos, o finalidades, de las tareas humanas que acometer a raíz de la automatización tiene que ser el de, o la de, seguir resolviendo aquello en lo que justo la automatización pueda continuar fallando y para ello la pura comodidad no sirve a no ser que se entienda como ergonomía. Ahondemos a continuación en este tema.
La pura comodidad física enfocada como la necesaria para manejar más y mejor la tecnología de la información y de la comunicación actual sí representa indudablemente un aspecto positivo en términos, precisamente, de comodidad. Al entender, pues, la comodidad física como ergonomía, esta comodidad física puede conjugarse mucho más adecuadamente con el debido ejercicio mental para, así, favorecer el siempre necesario avance intelectual de la humanidad.
Con el foco puesto en lograr comodidad como ergonomía, la creciente automatización de tareas puede seguir su curso sin que ello derive en ausencia de actividad física o mental alguna para el ser humano. Al contrario, el intelecto podrá, como de hecho no debe dejar de hacer, continuar estando preparado para, en efecto, dar respuesta a aquello ante lo que, sobre todo cualitativamente, la automatización pueda mostrar deficiencias.
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