Propiedades como las de actualizar contenidos difieren enormemente entre soporte analógico y digital por, muy en concreto, el grado de preservación que uno y otro soporte permiten. En la línea de lo que concluiré en la próxima actualización de este mismo post, valga ahora como avance que lo analógico, por más que se custodie, siempre tenderá a una degradación o un desgaste como soporte material que, en cambio, a lo digital no afecta, por lo menos tanto.
Lo analógico carece del nivel suficiente de virtualidad que, en cambio, a lo digital sí lo hace capaz de ir pudiéndose guardar y reproducir en unidades de almacenamiento distintas sin que el contenido final que volvamos a reproducir en el soporte que sea acuse afectaciones mientras se mantenga la secuencia de dígitos en el orden que corresponda. Con una misma secuencia de unos y ceros debidamente ordenada y reproducida, obtendremos nuevamente aquel contenido en cuestión del que se trate como si fuese su primera versión.
El soporte material específico, pues, que en lo analógico condiciona tanto la información que sobre tal material esté almacenada se separa, en lo digital, de algún modo y como mínimo más notablemente, de esa información misma. Lo que, a diferencia de en lo analógico, importa en el fondo con lo digital es de qué combinación se trata de unos y ceros.
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