Teniendo la mala guía del puro azar

Cuando alguien se plantea el modo de proceder respecto a algo importante ¿qué hace? evalúa opciones, valora lo bueno y lo malo de cada una de esas opciones y decide la mejor, o las mejores, con que quedarse. El proceder de cualquiera que actúe con sensatez en cuanto a lo que sea que tenga importancia muestra, también para todo blog o proyecto más o menos similar, lo relevante que es lo valorativo y lo peligroso que es el simple hacer por hacer.

Si no hacemos una tarea valorativa de lo que emprendamos, en especial de haber ya sacado a la luz el proyecto del que se trate, no apreciaremos convenientemente la conexión entre nuestra iniciativa y nuestro público, o nuestros públicos. Aunque resulte viable mantener aquello que hagamos durante un cierto tiempo, más pronto que tarde estaremos en peligro de que guíe el puro azar si descuidamos confirmar de vez en cuando que los resultados de nuestra iniciativa son calificables de mínimamente exitosos y con ello actuar, o al menos reflexionar, respecto a lo que sea mejorable. Prescindir de lo valorativo, al igual que en el caso de cualquiera que tenga que emprender una acción de cierta relevancia, hace fácil que lo que emprendamos acabe yendo allá donde conduzca lo totalmente fortuito, y es desaconsejable que en lo de importancia guíe el puro azar, pero es a eso a lo que lleva el simple hacer por hacer, por mucho que en su inicio el proyecto estuviera muy bien concebido. Será más que fácil, teniendo la mala guía del puro azar, que perdamos no sólo el vínculo con el público, sino con el agente inversor si lo tenemos tanto si se trata de un inversor o de varios, e incluso con el equipo del que dispongamos si nuestra iniciativa es grupal.

No sólo una única vez el público, o los públicos y, de haberlo o ser potencial, el agente inversor, van a valorar tu proyecto: en un momento u otro y con más o menos frecuencia lo seguirán haciendo además de haberlo hecho al menos en el primer momento que tomaron la decisión de escoger lo que ofreces, así que tú debes ser también, e incluso en mayor grado, valorativo con tu propio proyecto, o en la medida de lo posible con aquél del que formes parte; de hecho, de ser una iniciativa grupal, los miembros del equipo también tendrán, o debieran tener, sus propias valoraciones respecto al proyecto, aunque, en su caso, no lo manifiesten abiertamente. Un blog, u otro proyecto, en el que la directriz se limite al simple hacer por hacer sin más, sin una habitual valoración al menos global y sin una toma de decisiones en consecuencia a esa valoración realizada, acabará por conllevar que el azar facilite el desgaste de los nexos con los diferentes agentes vinculados, o vinculables.

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