Incluso habiendo realizado muchos ensayos de imprevistos y afrontado con éxito muchos imprevistos verdaderos, cuando en la trayectoria del proyecto que sea, bloguero o no, haya momentos de calma, no tiene que de por sí producirse un ritmo sin alteración respecto a lo habitual. La quietud y lo previsible constituyen circunstancias en las que puede ser muy apropiado aprovechar para planificar, y hasta poner en marcha, cambios que redunden, en este caso sí y en sentido positivo, en alteraciones respecto a la interactividad bidireccional.
Las alteraciones que apreciemos en los indicadores que la propia blogosfera nos proporciona no son patrimonio exclusivo de las situaciones fortuitas, ni de los mejores o peores resultados de simulaciones de imprevistos que hagamos. También nos podemos aprovechar, y de hecho en muchas ocasiones es lo conveniente, de los momentos en los que lo rutinario es lo que predomina para plantearnos la alteración de lo que precisamente por rutina hacemos. Lo importante es que por la ausencia, o muy poca probabilidad, de imprevistos no nos precipitemos en la aplicación de cambios que de modo incierto puedan tener efecto positivo en cualquier público receptor al que nos dirijamos. Con un exceso de autoconfianza debido a momentos de calma, pues la tranquilidad puede generar exceso de sensación de seguridad y de ahí producirnos una relajación en cuanto a estar atentos a lo que hacemos, quizá erraremos más que por lo menos en ciertas situaciones de riesgo. Si bien los ensayos de situaciones imprevistas deben producir, entre sus resultados, un aumento de nuestra autoconfianza, ésta no debe ser motivo para bajar la guardia en momentos en los que los imprevistos sean mínimos, improbables o nulos.
Tienes que mantener como mínimo el mismo grado de atención en los momentos de calma que el que desarrolles tanto en simulacros de imprevistos como en imprevistos auténticos. Siendo capaz de que cuando predomina la calma sigas estando atento a todo cuanto en tu blog hagas conseguirás dos propósitos: en primer lugar, no errar, o hacerlo muy poco, en lo que es rutinario; en segundo lugar, si aprovechas para emprender cambios, hacer que la consiguiente alteración de la interactividad bidireccional respecto a tu público, o tus públicos, sea positiva.
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