Las etapas de estabilidad y las etapas de cambio contrastan en buena parte por hasta dónde vislumbrar el futuro es posible en cada respectivo caso. Si el momento histórico que se esté viviendo corresponde a una etapa estable, bien será el futuro bastante previsible a medio, largo o incluso larguísimo plazo; una etapa cambiante no suele permitir en cualquier caso vislumbrar fácilmente sino a corto o muy corto plazo.
Dependiendo de la mayor o menor magnitud del cambio histórico que estemos experimentando, seremos capaces de respectiva e inversamente vislumbrar menos o más a medio plazo. Ahora parece que a toda luz estamos en una etapa cambiante, de la cual el ciberespacio en general y la blogosfera en particular son buena prueba constatable, y es en función de esto que bien podemos arriesgarnos a por lo menos intentar juzgar esta época desde esta misma época y asimismo atrevernos a aventurar hasta dónde puede vislumbrarse el futuro como mínimo a corto plazo: un corto plazo en términos históricos y que, en este sentido, a escala de una vida humana puede parecer que sea un plazo medio o largo.
Puesto que, en verdad, incluso el futuro más inmediato no deja de entrañar cierta imprevisibilidad, o sea, su particular efecto sorpresa, al emitir tu juicio en lo que a tu etapa histórica y su futuro respecta, te será de utilidad empezar haciendo comparativas con aquellas etapas identificables que hayan sido más recientes. Tanto las afinidades como las diferencias te resultarán más sencillas de apreciar y, si entonces los contextos se parecen mucho, podrás de entrada intuir un futuro similar, propio de una etapa estable; la diferencia entre contextos históricos próximos denotará cambio histórico y un futuro más complejo, pero no imposible, de vislumbrar a prácticamente cualquier escala.
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