Según va la tecnología, en concreto lo mecánico y más en concreto lo robótico, abarcando tareas y funcionalidades humanas, parece que para ciertas perspectivas eso va asociado tanto a la evidente comodidad física en los propios humanos como al supuestamente inevitable descenso de la capacidad y necesidad de pensar que tienen los mismos. Tomarse estas asociaciones, en particular la segunda, muy a modo de relaciones fijas es un tremendo error.
Un sinsentido más de las posturas sustitutivistas es el de vincular el descenso de tareas y habilidades mejor desarrolladas por humanos que por máquinas a una insalvable tendencia del mismo ser humano hacia su propia resignación a hacer y pensar menos. Desde la sensata e inclusiva perspectiva liberadora que expongo, no puedo sino contradecir esta tan absoluta falta de fe en el ser humano, pues entiendo que lo que la historia, contemplada con una retrospectiva largoplacista, contribuye a evidenciar es que cuanto más el ser humano sustituye sus actividades físicas o mentales para que las hagan en todo o en parte los instrumentos construidos a tales efectos, el ser humano no se relaja por completo necesariamente, sino que reorienta y expande sus intereses mentales y físicos.
En vez de limitar tu concepción de los intereses mentales y físicos del ser humano a la estrecha perspectiva de cualquier sustitutivismo, mantenerte en la creencia y evidencia de que tales intereses nunca tienden a desaparecer por más tecnología que asuma muchos de esos intereses supondrá una mejor actitud ante tu propio desarrollo personal y ante el de la humanidad en su conjunto. Las expectativas de futuro para la humanidad serán siempre mejores, pues, con esta convicción liberadora.
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