Conocer el punto opuesto del planeta con prácticamente la misma facilidad que lo que se tenga al mismo lado es un singular aporte que Internet hace y que, si bien de eminente carácter tecnológico, deviene casi mágico. El contacto inmediato entre lugares del mundo tan alejados entre sí se podía ya llevar a cabo con tecnología pretelemática o incluso preinformática, pero no a tan alto nivel interactivo y multimedia.
Respecto a la Internet de hoy, el comparativamente tan lento conocimiento entre civilizaciones antes de lo telemático dificultaba en mayor grado un acercamiento que en la actualidad tenemos a nuestro alcance desarrollar en pro de la convivencia intercultural y, de ahí, la intercivilizacional. Esto conlleva que aun, con toda la importancia que el concepto de diversidad tiene, no es suficiente el reconocimiento de esa diversidad si no es para que construyamos una convivencia entre culturas y civilizaciones. En sí misma la diversidad cultural puede ser un hecho y un hecho reconocido por las propias culturas pero puede a su vez tratarse de una diversidad cultural conflictiva, tal y como de hecho desgraciadamente parece que ha sido habitual a lo largo del tiempo.
La verdadera convivencia intercultural pasa por el hecho de que observes una diversidad cultural inclusiva en vez de conflictiva. Ahora bien, en el presente panorama global, esto va indisolublemente aparejado respectivamente al buen o mal uso de la blogosfera y todo lo demás que asimismo guarda relación con las a menudo aún denominadas nuevas tecnologías.
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