Por si el concepto de sustitutivismo robótico suscitase alguna confusión respecto a si robótico hace referencia al sujeto o al objeto del sustitutivismo, representa una pertinente opción la de la denominación de sustitutivismo prorrobótico y así hacer que quede claro que la idea de fondo es que lo robótico es con lo que se sustituye y no lo que sustituye. Tal sustitutivismo es una pretendida doctrina a la que no suele escapar una forma de elitismo humano.
Curiosamente acostumbran a ser, en principio, científicos quienes se muestran más sustitutivistas prorrobóticos: justo aquéllos, los científicos, que son más susceptibles de ser sustituidos antes que artistas, y demás perfiles ocupacionales, por lo robótico si un tal nocivo sustitutivismo se llevase a cabo hasta sus últimas consecuencias. En cualquiera de los casos, quien defiende tal pretendida doctrina parte indudablemente de una firme convicción en cuanto a la inutilidad del propio ser humano, lo cual no puede sino emerger con toda seguridad de un sentimiento de decepción respecto a los humanos mismos, salvo quizá respecto a una élite en la cual, por descontado, no es extraño que egoístamente quien defienda esto se autoincluya.
Si la postura sustitutivista prorrobótica no contempla siquiera que quien la defiende, o incluso alguien distinto, sea alguien que termine perteneciendo a esa élite humana que debiera coexistir con los robots, estás ante la postura de quien se supone que ha perdido por completo la fe en el género humano y no contempla más que de algún modo los humanos desaparezcan en pro de los robots. Es triste que, en especial, gente para nada ignorante asuma cualquier idea sustitutivista prorrobótica cuando existen motivos para formular una concepción como la de una liberación robótica de tareas humanas, concepción a toda luz mucho más sensata y optimista.
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