La retrospectiva tecnológica

Se aprecia una correspondencia entre, de un lado, el sustitutivismo prorrobótico y la retrospectiva tecnológica cortoplacista, y de otro lado, la liberación robótica de tareas humanas y la retrospectiva tecnológica largoplacista. Mayor motivo existe entonces para decantarse por la más sensata y optimista concepción liberadora que por el elitista sustitutivismo.

Queda bastante claro que, en torno al último siglo, hemos asistido al mayor progreso tecnológico jamás experimentado en la historia; tanto es así, y tantas son las mejoras que esto ha conllevado superando casi toda limitación humana, que no es, de hecho, difícil caer en la falsa impresión de que ello no resulta sino algo que, por esa superación de casi toda limitación humana, pone de manifiesto que el propio género humano roza, o incluso toca del todo, la completa condición de prescindible o hasta de inservible: de ahí la retrospectiva cortoplacista en que tal impresión consiste y que da lugar a posturas como el sustitutivismo prorrobótico. Lo que, en cambio, con la perspectiva liberadora hacemos, lejos de ignorar o negar la inevitable sustitución tecnológica de tareas humanas, es considerarla una tendencia natural de la propia humanidad desde que el ser humano es ser humano e intentar interpretar coherente e inclusivamente, según esto, cuál es el capítulo que estamos viviendo ahora.

Ante la disyuntiva de liberación o sustitución de los humanos mismos en general y por robots en particular, optar por la opción liberadora te resultará una vía para confirmar que hay razones para creer en la esperanza del propio género humano para mejorar por sí mismo y en su conjunto. La sustitución, sea total o parcial, no te reporta otra cosa que, lamentable y respectivamente, orientar tu mentalidad hacia odiar a cualquier persona, tú inclusive, o hacia lo que se desprenda de una élite de gente.

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