Error informático

Actualizar programas y dispositivos ha devenido una rutina asumida por parte del común de los usuarios, ya se trate de individuos o corporaciones, y esto precisamente se justifica en especial por la necesidad y conveniencia de evitar al máximo cualquier error informático que justo perjudique la habitual tarea del usuario.

Los tan familiares errores informáticos son muestra y confirmación de que, en efecto, las máquinas se equivocan. A diferencia de la época de la simple ofimática, en la de la teleofimática hemos ido logrando prescindir de actualizaciones por medio de unidades físicas de información y hemos pasado, así, a un mucho más cómodo método de actualizaciones por vía telemática, lo cual con la IoT se extiende a programas y dispositivos no sólo computacionales típicos de oficina u hogar, sino a los de prácticamente cualquier área de actividad. Asimismo, según progresa la IA, nos resulta factible beneficiarnos de todo esto de manera automática, sin tener que estar pendientes de cuándo está lista y debe instalarse cada actualización.

El error de una máquina no supone sino el hecho de, por la razón que fuere, salirse de lo que su algoritmo, su conjunto de relaciones e instrucciones diagramáticas, debiera dar como resultado. Ahora bien, la máquina no es consciente de que ha hecho o no un error: simplemente concluye el proceso hasta donde la energía de la que se nutre le permite y ya está; aunque esto, y pese a que no deje de derivar, en definitiva, en lo que son simulaciones, parece que también puede estar en cierto modo cambiando con la aplicación de redes neuronales.

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