Todo sistema operativo no es sino un programa, una aplicación, que da acceso al manejo de otros programas instalados en local, sean o no del mismo fabricante que el del propio sistema operativo. A su vez, con la teleofimática, entre los programas dentro del gran programa básico que es el sistema operativo están muy particularmente los navegadores, que permiten acceder en remoto a otras aplicaciones y funcionalidades informáticas.
Esos otros programas y demás funcionalidades informáticas a los que accedemos por navegador conforman, en definitiva, Internet, la red de redes, el ciberespacio o la nube, como queramos denominarla. Si la tendencia a realizar toda gestión en la nube y almacenar los resultados en la misma sigue en aumento, bien puede que no resulte demasiado descabellado plantear que quizá hasta el típico sistema operativo instalado en local termine por dar paso a un sistema operativo por completo en la nube; no se trata de que el sistema operativo sea sólo actualizable telemáticamente, por tanto sin unidades físicas de información, lo cual ya ocurre, sino de además de esto ejecutar el sistema operativo por completo en remoto.
Que el sistema operativo sea del todo telemático igual que al fin y al cabo tienden a serlo la totalidad de programas implicaría que prácticamente el navegador sería el único programa básico que necesitaría tener preinstalado cualquier dispositivo tipo ordenador y similares, los dispositivos que resultan, pues, agrupables bajo el concepto de tableta. En todo caso, para garantizar la siempre conveniente opción de operar en local, fuera de conexión a Internet, el estado del sistema operativo remoto debiera ser descargable a modo de copia de seguridad y, a partir de ahí, ejecutable en el dispositivo a emplear.
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