A la virtualidad la mide lo que bien puede denominarse grado de evocación en un mensaje determinado. Cuando más sensorial es un mensaje, esto es cuando por más sentidos puede y debe reproducirse y captarse, menos evocador es el mensaje, pues todo él es captable en grado considerable por los sentidos, y por ende es menos virtual. Los contenidos digitales son muy virtuales, muy evocadores por lo tanto y son, pues, poco sensoriales.
Resulta un auténtico mérito que aun siendo lo digital menos sensorial que lo analógico, menos tangible desde luego, nos permita desarrollar precisamente el concepto comunicacional del multimedia, que de entrada pudiera parecer contrario a la menor sensorialidad. Al desprenderse sobremanera del aspecto tangible, la informática en general y su vertiente telemática en particular concentran todavía más en los sentidos de la vista y el oído la interpretación de toda pieza comunicacional. Apreciamos esto muy especialmente en el cambio que el texto alfanumérico digital ha supuesto respecto a lo que por tradición han sido los escritos sobre papel o similar y en especial los libros, donde es esencial la condición tangible si bien en la vista recae la propia actividad interpretadora.
Lo audiovisual, que sería donde está el mayor grado de virtualidad que lo analógico consiguió, pierde asimismo su aspecto tangible con lo informático y sobre todo con lo telemático porque se hacen prescindibles cintas, discos y demás soportes audiovisuales más o menos parecidos. Pero ya que la reproducción en sí es igualmente mecanizada en lo analógico y en lo digital, fácilmente el mayor grado de evocación en lo digital te parecerá quizá irrelevante.
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