Desde la perspectiva de los elementos comunicativos, en literatura el lector se sitúa como receptor y constituye, al igual que el receptor en otras vertientes comunicacionales, un elemento que, por poco bidireccionalmente interactivo que sea el canal comunicativo en cuestión, siempre pone algo de su parte en la construcción del sentido del mensaje que el emisor le transmita. No hay dos lectores idénticos, sobre todo en lo que concierne a la ficción artística.
Le pertenece lícitamente al lector el hasta cierto punto hacerse propio el mensaje literario, sea artístico o científico, que reciba del emisor que sea. Se trate o no de weblogs, la autoría de toda clase de contenidos literarios cabe que tome conciencia de que, una vez publicada una obra, el público puede e incluso debe hacérsela suya misma, generando interpretaciones que hasta trasciendan casi cualquier intencionalidad inicial de la autoría en sí. Esto es, en verdad, inevitable pero, a su vez, conveniente y enriquecedor porque es lo que luego suscita el más que apropiado debate sano entre el propio público. Cuando un texto es, no obstante, de poca densidad y extensión, es más difícil que alguien del público, entendiendo público de humanos, distinga entre autoría humana o robótica.
Parece que la claramente distinguible obra comunicacional humana dirigida a público de humanos va a terminar quedando, en el mejor de los casos, limitada a obras escritas densas y extensas. La razón de esto yace en que las piezas superficiales y breves pueden devenir indistinguibles por el hecho de que, aun siendo resultado de un proceso mecánico simple, sea la libre interpretación lectora humana lo que le dé sentido, inadvirtiendo u obviando la autoría robótica.
OscarWeblogs
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