La interactividad se ha desarrollado a tal nivel en los programas y dispositivos informáticos que bien conocidos son los mensajes de error que cuando una máquina, en particular una computadora o similar, se equivoca aparecen en pantalla. Por supuesto no es esto muestra alguna de que la máquina adquiera consciencia, sino que se trata, en definitiva, de una instrucción más que conforma el algoritmo en cuestión.
Con el desarrollo de las redes neuronales, puede que los típicos mensajes de error en informática desaparezcan o tiendan a disminuir sobremanera. Puesto que, al fundamentarse en redes neuronales, un algoritmo deviene más dinámico y autónomo desarrollándose a partir de un autoentrenamiento, crecen las posibilidades de que ante un error informático vaya el algoritmo más allá de un típico, básico y rígido diagrama de flujo que, en caso de tal error, es sumamente dependiente de la intervención humana para su reparación. Poco o en absoluto necesario parece que será, cada vez más, tener que afrontar errores informáticos y preguntarnos a menudo, tanto en general como en casos particulares, ¿por qué se equivocan las máquinas?, pues ellas mismas podrán autocorregirse con mucha más rapidez y eficacia de lo que por interactividad humana se consigue.
Mientras una red neuronal guíe al algoritmo del que se trate, la respuesta a ¿por qué se equivocan las máquinas? residirá con total probabilidad en que no estará debidamente configurada la pauta a la que tal red neuronal deba respetar, pues de estarlo, el autoentrenamiento debiera lograr siempre el resultado apropiado. Si no se trata de redes neuronales, es en el diseño del propio algoritmo, cerrado en este caso, más a modo de circuito por tanto, donde el motivo del error informático yacerá.
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