Tanto letras como números

Si entre lo fotográfico y el resto de lo graficoplástico, que es lo propiamente plástico, ha ido la mayor robotización potencial abarcando no sólo al primero sino al segundo, diríase que en la otra gran vertiente de la comunicación visual, que es la alfanumérica, esa robotización potencial se mantiene todavía bastante limitada a una de las subvertientes: la numérica, por descontado. Aun manejando tanto letras como números, el genuino territorio de las máquinas es el numérico.

En cuestión de todo aquello susceptible de funcionar estrictamente dentro de los márgenes de lo algorítmico, son o pueden llegar a ser las máquinas bien elaboradas mucho mejores que cualquier ser humano; corroborar esto es algo para lo que no es preciso recurrir a los robots y demás máquinas avanzadas que, en especial, sean digitales, pues hasta los más simples instrumentales diseñados por el propio hombre confirman que de lo inerte pueden surgir elementos que superen las capacidades humanas y en ello está, de hecho, el quid en cuanto a que tal o cual instrumental o tipo de construcción resulte útil a la humanidad. Claro que cuando la utilidad y mejora mecánica se restringe a las capacidades físicas lo tomamos como normal y, en cambio, parece que inquieta cuando iguala o supera las capacidades racionales e intelectuales.

Y en este punto de la historia nos encontramos en fechas presentes, en el de que decididamente máquinas avanzadas, robots, se adentran con éxito en lo que hasta el momento parecía que no podía ser sino terreno del raciocinio humano. Pero dentro de este terreno, en aquello expresable por vía alfanumérica, sigue siendo la subvertiente alfabética o primordialmente alfabética, y dentro de ella la idiomática, la que, por su comparativamente baja condición algorítmica, más inaccesible a los robots resulta.

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