De los bloques a las civilizaciones

Supuso, sin duda, para el mundo un momento determinante el salto que representó pasar de los bloques a las civilizaciones reconfigurándose así el orden mundial. Consistió en un salto en el que una persona como Gorbachov fue muy considerablemente representativa de aquel instante que quedó marcado en la historia.

Ya puestos a recuperar cuestiones del pasado, bien podría la oligarquía rusa no optar, como está haciendo, por el autoritarismo propio de una política imperialista y sí hacerlo por ideas como las de la perestroika y la glasnost, que precisamente nos remiten a la figura de Gorbachov, fallecido ayer. El que fue último dirigente de la URSS resulta, por lo menos por tales ideas, digno de haberse ganado cierto lugar destacable en la memoria colectiva dentro y fuera de Rusia y las demás repúblicas exsoviéticas.

De haber de recalcar la representatividad de personajes históricos respecto al trascendental cambio con el que Guerra Fría y política de bloques dieron paso al mundo civilizacional, bien merecería la de Gorbachov estar entre las principales. Parece que en cuanto a extender vínculos calificables como o casi como civilizacionales y bidireccionales con lo que en particular ya era dentro del bloque capitalista la civilización occidental fue un decidido impulsor tras el que, sin embargo, tal senda lamentablemente sólo prosperó en apariencia hasta el conflicto que a las puertas de Europa tenemos hoy.

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Naturaleza del concepto red

A partir de la perspectiva de la interactividad, los blogs pueden representar, en efecto, unos vínculos civilizacionales multimedia si concebimos esto desde particularmente la interactividad bidireccional. Desde la unidireccional, más bien cabría entonces referirnos a nodos o puntos nodales.

Según el tipo de interactividad en el que nos fijemos, por lo tanto, y por la propia naturaleza del concepto red, no sólo un blog, de hecho, sino en definitiva cualquier o casi cualquier clase de portal telemático puede representar un vínculo, un punto nodal, o uno y otro a la vez. En la medida en que se trate de un portal abierto y propicio a la interactividad con otros usuarios, la esencia del sitio recaerá en la condición de vínculo y, por ello, en la bidireccionalidad; en la medida en que el portal incida en la customización y, por ello, en la interactividad con la propia plataforma telemática, tal esencia recaerá en la condición de nodo y la unidireccionalidad.

Macroblogs, o blogs al uso, bien pueden considerarse, por lo común, más bien unos nodos, ya sea o no con fines civilizacionales; mientras que microblogs, o redes sociales, responderían mejor a la idea de vínculos, asimismo con fines civilizacionales o no. En el manejo de una y otra interactividad en la blogosfera, respectivamente con macro y microblogs, el diálogo intercultural e intercivilizacional tiene posibilidades de ser altamente fructífero a escala global.

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Los blogs como unos vínculos civilizacionales

Entre los vínculos civilizacionales multimedia, o potencialmente multimedia, que con la red de redes pueden emplearse, los weblogs suponen de los que mayores opciones tienen de constituirlos fuerte y sólidamente. Las redes sociales especializadas por formato inclusive.

No por especializarse en prácticamente un solo formato multimedia, habitualmente imagen o vídeo, una red social no puede ser un tanto más social de lo que por lo general parece que suele percibirse que precisamente son las redes sociales. Pueden, y debieran, aprovecharse en tales redes, igual que en las demás y en la macroblogosfera, sus recursos propios y genuinos para que lo social, educacional y cultural cobre mayor énfasis.

Así pues, exponiéndose desde las propias sociedades y culturas esas sociedades y culturas mismas, es de esperar que unas con otras de todo el mundo se conozcan mejor y, a partir de ahí, se respeten más entre sí. Recúrrase, por ende, a los blogs como unos vínculos civilizacionales que tanto bien pueden aportar para la convivencia y el conocimiento.

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Vínculos civilizacionales multimedia

Con el potencial que la blogosfera y el conjunto de Internet aportan a la comunicación en todos los niveles sociales y formatos comunicacionales, las civilizaciones pueden establecer vínculos multimedia entre sí. Así, bien puede generarse empatía entre miembros de unas y otras civilizaciones como nunca antes había sido concebible fácilmente.

Procuremos establecer o contribuir a establecer esos vínculos civilizacionales multimedia en el mayor grado que nos resulte factible a cada cual y la empatía, y de ahí el mayor respeto, entre civilizaciones podrá proliferar, contribuyendo a que horrores como el conflicto de línea de fractura en Ucrania vayan dejando de producirse. Las dificultades analógicas para que un canal y un formato comunicacionales resulten eficaces para la comunicación a escala global quedan disipadas con el acceso universal que actualmente, por fortuna, hay a la tecnología telemática.

La posmodernidad apunta a ser una muy prometedora etapa de la historia, pues la comunicación, que yace en los fundamentos de la vida en sociedad, puede presumir de un potencial mayor de los que hasta ahora habían podido existir. Tenemos, en este sentido, que reconducir a lo social, educacional y cultural esa globalización que tanto se ha enfocado, ineficazmente, a lo político y económico.

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A través de la blogosfera

Lo que suele considerarse propiamente weblogs o blogs, esto es lo que aquí proponemos denominar macroblogs, tienen mucho que aportar al impulso de lo social, educacional y cultural desde, sobre todo, la mayor customización que permiten. Es con lo que compensan su comparativamente menor interactividad bidireccional respecto a las redes sociales o microblogs.

Las sociedades, culturas y civilizaciones contemporáneas tienen en los blogs típicos unos muy valiosos recursos de interactividad unidireccional, esto es con la propia plataforma de blogs, para así hacer destacar precisamente a través de la blogosfera su condición genuina ante el mundo entero. Esto convenientemente combinado con la presencia en redes sociales o microblogs representa un expositor global sin precedentes.

De saber sacarle partido a este expositor global que a través de la blogosfera se logra, la empatía entre sociedades, culturas y civilizaciones va a poder prosperar sobremanera. Quedará entonces poco o nada para llegar a un orden mundial en que paz y concordia sean firmes y sólidas durante, por lo menos, cierto tiempo.

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¿Las redes sociales son realmente sociales?

Llamándose como se llaman redes sociales, no tendría que serles a éstas en absoluto ajeno el carácter social precisamente, además de educacional y cultural. Sin embargo, parece que la idea, quizá tampoco justa del todo, de que las redes sociales son, más bien, lo contrario a los mejores aspectos relacionados con la sociedad, la educación y la cultura es la que se percibe en general.

Si las redes sociales no se conciben como canales por los que dar énfasis a auténticos asuntos sociales, cabría preguntarse: ¿las redes sociales son realmente sociales? Está claro que otorgan un escenario desde el que manifestarse cualquier miembro de la sociedad, y en tal sentido son sociales y garantes de libertad de expresión; pero si sólo se suelen quedar en eso y no se aspira a ciertos fines nobles con ellas, no estamos aprovechando al máximo el potencial de esta clase de weblogs.

La microblogosfera o ámbito de las redes sociales o de los microblogs está tal vez aún definiéndose al fin y al cabo, como es propio de lo que en definitiva lleva poco tiempo existiendo en términos históricos. Y es una tarea en la que cualquiera puede contribuir la de hacer que las redes sociales lleguen a ser sociales con toda la profundidad de lo que ello significa.

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IoT e IoB

Disponiendo como disponemos de Internet como infraestructura notablemente extendida y de uso común, es buen momento para orientar más decididamente la era de la información y la sociedad red hacia pensar lo mejor posible los contenidos. Vendría a ser esto, tomando IoT e IoB como referencias, una mayor importancia de la IoB de la que ha tenido hasta ahora.

Resultaría, cuando menos, interesante apreciar si un mayor peso de lo social, educacional y cultural que de lo político y económico podría equivaler a una mayor importancia de la IoB que de la IoT. En cualquier caso, tal cambio respecto a dónde recae más el peso tanto en una relación como en la otra ha de consistir, a medio o largo plazo si no es en el corto, en la búsqueda de un equilibrio dentro de cada respectiva relación.

Tan fuerte puede considerarse que ha sido el peso que, en términos de globalización, han tenido los intereses políticos y económicos que han conformado el fracturado panorama internacional actual, que equilibrar por completo esto con la importancia que merecen lo social, educacional y cultural precisará, como mínimo, de una perspectiva a medio plazo. En el corto, lo conveniente apuntaría a que sociedad, educación y cultura concentren en adelante, por medio de la IoB, el peso de la globalización.

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Una globalización empática

Si bien la política y la economía que, en esencia, hasta el presente y durante la globalización se han desarrollado no han carecido, a su medida, de interactividad bidireccional, el paso a una globalización más social, educacional y cultural resultaría mucho mejor en este sentido. La notoria interactividad, asimismo bidireccional, debiera ser más empática.

De sus respectivas naturalezas, parece desprenderse que por un lado la política y la economía y por otro lo social, educacional y cultural son o tienden a ser respectivamente clases de áreas menos y más empáticas. Ante el contexto mundial de serias fracturas civilizacionales en el que ha desembocado la globalización eminentemente política y económica, no queda sino aunque sea por simple eliminación optar por el impulso a una globalización empática en los próximos tiempos.

Extrapólese la ya aquí expuesta importancia de un sistema político empático a una globalización empática general, también en economía, pero asumiendo que tal globalización, justo por lo fundamental de lo empático, tiene que situar en su centro sociedad, educación y cultura. El contexto internacional mejorará sobremanera con toda probabilidad a partir de entonces.

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Las relaciones intercontinentales posmodernas

Así como en lo político y económico son las relaciones intercontinentales tan imprescindibles para el tipo de globalización que fundamentalmente se ha desarrollado hasta ahora, ocurre, o tendría que ocurrir, lo mismo en el porvenir con lo social, educacional y cultural. Es más, tienen que reforzarse estas últimas vertientes relacionales.

La globalización que, si bien seguramente debiera haber sido la primordial a emprenderse, tiene que acometerse tras una globalización política y económica no demasiado fructífera en términos de paz y bienestar mundiales tiene que ser de eminente cariz social, educacional y cultural. Todo ello en pro de unas civilizaciones con menos o ninguna fractura de las que nos llevan a conflictos como el de la lamentable guerra en Ucrania.

Disponemos de recursos para la sana interactividad global como nunca previamente había resultado concebible. La red de redes, en particular bajo el concepto de lo que actualmente solemos denominar IoT, constituye el conjunto de tales recursos llamados a caracterizar las relaciones intercontinentales posmodernas.

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El mundo civilizacional y la globalización política

Tendría que haber habido una nítida y evidente correspondencia y complementariedad entre el mundo civilizacional y la globalización política que se producían al llegar la Guerra Fría a su conclusión. Con unas instituciones supracontinentales ya entonces bastante desarrolladas, la importancia de unas políticas culturales a ese nivel debiera haberse tenido que valorar mucho más.

Durante lo que pueda quedar para que pasemos de modernidad a posmodernidad, el viraje de unas políticas internacionales hacia una globalización de mayor índole cultural, intercultural en definitiva, va a ser mucho más que recomendable. Si concebimos las relaciones, o la interactividad, a escala global sólo o casi sólo como un gran mercado mundial, estaremos desperdiciando no poca parte de lo beneficiosas que podrían ser tales relaciones e interactividad.

Valoremos el mutuo conocimiento entre las culturas y civilizaciones del conjunto del planeta ya que con Internet hemos logrado la tecnología para hacerlo como jamás anteriormente había sido siquiera mínimamente imaginable. Desde una globalización que beneficie estas relaciones interactivas, se facilitará la tan imprescindible desfractura entre civilizaciones.

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Contra lo de Occidente

Bien puede identificarse un doble objetivo en lo que se supone que Rusia busca al haber acometido su atroz guerra contra Ucrania. En lo que se podría calificar de pequeña escala, el objetivo consistiría por supuesto en la victoria sobre la propia Ucrania; a gran escala, se trataría de por lo menos amedrentar al conjunto de la civilización occidental.

En su estrategia, pues, de ir contra lo de Occidente en general y contra la deriva prooccidental de Ucrania en particular, Rusia ha decidido asaltar, en vez de ganárselo buena y meritoriamente, el protagonismo internacional le cueste lo que le cueste. Lejos de lo que sería esperable de una nación primermundista, ha optado por practicar una barbarie con la que arrastrar, y arrasar, inmerecidamente al pueblo ucraniano.

Rusia está dominada por una oligarquía cuya continuidad y cuyo protagonismo nacional e internacional no pueden sino ser perjudiciales para la propia Rusia y para el mundo. Es de esperar que, algún día, el Kremlin sea reflejo de un país completamente opuesto al actual y que, así, un primer mundo por lo menos más parecido a lo que se suponía que tenía que ser eclosione.

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Mundo civilizacional posmoderno

Con un mundo civilizacional posmoderno de mayor interculturalidad, habremos dado forma a un contexto global de culturas y civilizaciones que interactúen entre sí de modo más bidireccional y empático que hasta ahora. A diferencia de lo que ha supuesto fundamentalmente la globalización que conocemos, se desarrollaría una de carácter eminentemente social, educacional y, en efecto, cultural.

La etapa en que nos hallamos de la historia, a medio camino entre Edad Moderna y posmodernidad, y que surge como mundo civilizacional tras la Guerra Fría, se ha definido por una globalización centrada en lo económico partiendo de que supuestamente un primer mundo que pasaba a incluir a Rusia era signo inequívoco del éxito y la prosperidad más o menos generalizados en todo el planeta, particularmente en ese mismo primer mundo, por descontado. Esta configuración del orden mundial adolecía, sin embargo, de fracturas civilizacionales entre las que acaba de derivar en prácticamente choque de civilizaciones la que afectaba y afecta a Ucrania y Rusia.

Tomando forma esa globalización social, educacional y cultural más que una de puros intereses políticos y económicos, se favorecerá la desfractura de los conflictos civilizacionales, de modo que globalidad y posmodernidad conformarán un contexto sólido de paz y concordia. A ello, a través de la noción de un ciberespacio intercultural, tiene la posibilidad de contribuir fácilmente cualquiera de nosotros.

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Un ciberespacio intercultural

Las capacidades del ciberespacio nos permiten una mayor facilidad para que el diálogo intercultural dependa menos del estricto factor geográfico para su práctica. Resulta factible acceder al mutuo conocimiento entre culturas desde los lugares más alejados en los que dos culturas cualesquiera puedan hallarse una respecto a la otra.

Si por algo ahondan las fracturas en y entre culturas y civilizaciones es, en esencia, por el desconocimiento cultural e intercultural, de modo que el desconocimiento lleva a la fractura, por lo que el conocimiento es lo que nos va a llevar a la desfractura. Lo bueno es que con Internet disponemos justo de unas facilidades verdaderamente cómodas y eficaces para que ese conocimiento de las culturas esté a nuestro alcance.

Hagamos de Internet un ciberespacio intercultural auténtico en la mayor medida que cada cual pueda para que la ignorancia de unas culturas respecto a otras se minimice tanto como sea posible. Llevando a cabo esto sociedad por un lado e instituciones y demás organizaciones por otro, seguro que el mundo civilizacional posmoderno va a devenir muy prometedor.

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Posts para las desfracturas entre civilizaciones

En vez de usar la blogosfera, y en particular las redes sociales, para tanto contenido banal como tristemente suele ser tan común, hacer de ellas esas herramientas que, siendo como son tan interactivas, se prestan tanto a la empatía contribuiría a unas mayores paz y concordia. Instituciones y sociedad debieran por igual considerar muy seriamente esto.

La presencia telemática o en el ciberespacio tanto de instituciones como de la sociedad, si bien comparativamente limitada quizá en la macroblogosfera, es hoy ampliamente generalizada en las redes sociales o microblogs. Hacer, pues, con blogs al uso, pero sobre todo con las redes, posts para las desfracturas entre civilizaciones está, en cada caso a su justa medida, al alcance de prácticamente cualquiera y es tal un uso que en modo alguno es actualmente sobrante.

Que la blogosfera sea un ámbito comunicacional auténticamente fructífero en cuanto a empatía representaría una sólida base a partir de la que dar forma a una interactividad bidireccional que contribuya a una humanidad mejor. La historia, de hecho, no nos había proporcionado antes unos recursos para la comunicación que resultasen en ese sentido tan potentes.

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Los contenidos web y el diálogo intercultural

Sea en weblogs al uso o en redes sociales, es virtud de la blogosfera la facilidad para elaborar y compartir contenidos multimedia, por lo que el necesario diálogo intercultural al que se puede contribuir por este medio es realizable y difundible en varios formatos comunicacionales. Macro y microblogosfera son, en este sentido, beneficiosos recursos potenciales para la posmodernidad.

Aunque el fin último debiera ser el de orientar la producción bloguera hacia el blog al uso o macroblog, puede resultar más fácil y recomendable para iniciarse en la producción y difusión de contenidos web recurrir a las redes sociales, por su inherente menor complejidad formal puesto que precisan de muy poca customización. Si una sana ambición lleva a empezar ya desde el principio con la recomendable focalización en el macroblog correspondiente del proyecto que elaboremos, bienvenida sea sin embargo.

En caso de que una asimismo sana ambición lleve, desde los propios inicios de un proyecto web en general o un proyecto de weblog en particular, a abordar la amplia complejidad de los asuntos civilizacionales, bienvenida sea también. Desde luego, que los contenidos web y el diálogo intercultural vayan de la mano nunca estará de más.

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Unos weblogs para desfracturas civilizacionales

Las redes sociales, con el uso generalizado y la popularidad que han adquirido entre la población de todo el mundo, son buenas herramientas para justo ser utilizadas como unos weblogs para desfracturas civilizacionales en la medida que al usuario que sea le resulte posible. Cuando alguien enfoque cualquier perfil que tenga de red social hacia algún aspecto del ámbito del diálogo intercultural, estará contribuyendo a tal tipo de desfracturación en cierta medida.

De hacer lo propio en un weblog al uso, o macroweblog, será asimismo una contribución que en absoluto sobrará a fin de lograr que el tan necesario diálogo intercultural a escala mundial pueda tener mayores posibilidades de prosperar, lo que debiera traducirse en menores conflictos civilizacionales, tanto intra como intercivilizacionales. Por aquello, a menudo comentado aquí, que hace particular a un macroblog en cuanto a diseño e interactividad, tal clase de blog siempre permitirá con unos contenidos más customizados fomentar, o por lo menos no obstaculizar, el diálogo intercultural.

Con las redes sociales o microblogs, también según lo habitualmente aquí expuesto, la particularidad estriba en menor customización pero mayor interactividad bidireccional, o con otros usuarios. Esto aplicado al diálogo intercultural deviene, igual que la presentación customizada propia de los macroblogs, en buenas prácticas a llevar a cabo para que precisamente tal diálogo crezca y se difunda a nivel global.

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Lugares a desfracturar

Empleando debidamente Internet como infraestructura, y sus positivos valores impulsores como preceptos, para una interactividad que redunde en más y mejor diálogo intercultural, bien pueden incrementarse las posibilidades de mitigar fracturas civilizacionales. Son las líneas de fractura las que hay que muy particularmente identificar como precisamente lugares a desfracturar en pro de un mundo en que las civilizaciones convivan mejor.

Serían, de todos modos, igualmente lugares a desfracturar aquéllos en los que se den conflictividades dentro de una misma civilización, o un determinado país de una civilización, que produzcan esa otra clase de fractura que desde una perspectiva civilizacional sería propiamente interna, por lo tanto intracivilizacional y no intercivilizacional. Asimismo la red de redes, y específicamente la blogosfera, puede y debe contribuir en este sentido a una interactividad para el mutuo y recíprocamente beneficioso conocimiento entre culturas.

Ucrania representa el lugar a desfracturar con el mayor apremio posible desde una perspectiva intercivilizacional actualmente. Desde una perspectiva intracivilizacional, Afganistán sería el lugar que probablemente en la actualidad, y particularmente hoy mismo, supone una mayor celeridad necesaria para su desfracturación.

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Instituciones internacionales

La habitual lejanía, no sólo física sino en cuanto a efectivas repercusiones concretas, que suele percibirse por parte de la ciudadanía respecto a las instituciones internacionales tiene en la sociedad red y de la información una oportunidad de aminorarse y hacer que tales instituciones cobren un mayor sentido. Sobre todo ante las serias conflictividades intercivilizacionales a las que estamos asistiendo, esta oportunidad tiene que ser aprovechada al máximo.

Puesto que las civilizaciones trascienden, como tal es su naturaleza, a los países pero son entre éstos entre los que formalmente se suelen producir los conflictos en el marco de las relaciones internacionales, cabe que precisamente las instituciones de nivel internacional asuman en la consecución y el mantenimiento de la paz global un papel clave. Estamos en un contexto de fractura civilizacional, especialmente a las puertas de Europa con el caso de Ucrania, donde ese papel tiene, o tendría, que notarse sobremanera.

Al hallar a los conflictos internacionales soluciones en las que justo las instituciones internacionales hayan desempeñado un rol eficaz y protagonista, la ciudadanía general en el mundo encontraría auténtico peso a la razón de ser de tales organismos. Una vez solucionado, o evitado, el conflicto internacional del que se trate, ese peso de la razón de ser de instituciones internacionales continuaría si éstas son también eficaces y protagonistas en lo que a mantener la paz se refiere.

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La diplomacia que hay que reclamar

En el mundo civilizacional, y de fracturas civilizacionales, en el que vivimos, las relaciones diplomáticas tienen que asumir a nivel global un rol aún más eficaz del que puedan estar asumiendo actualmente. Cabe que sea más multilateral y bidireccionalmente interactiva la diplomacia que hay que reclamar que los países tengan para unas relaciones internacionales más fructíferas.

Si, además de la propia esencia de la diplomacia, aprovechamos las nociones que la sociedad red nos proporciona, no resultará demasiado complicado que esa diplomacia que hay que reclamar la concibamos para cada país como justo una red en la cual el propio país es un punto nodal relacionado bidireccionalmente con los otros nodos que los demás países representan. Las democracias occidentales parten de estar bastante en consonancia con este planteamiento.

Ya que ha sido en Occidente donde Internet como tal ha surgido, tenía que ser obvio que sus propios sistemas políticos, las democracias occidentales, estén en consonancia con los preceptos de la sociedad red y del Estado red. Ahora es momento de que en particular las relaciones diplomáticas de cualquier país del mundo integren, o integren todavía más, esos preceptos.

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Un sistema político empático

Igual como en economía el capitalismo estaría llamado a por lo menos cambiar sustancialmente, los cambios políticos apuntarían a que los modelos autoritaristas, oligárquicos y demás que vayan en una férrea línea interactivamente unidireccional, elitista al fin y al cabo, como es el de Rusia uno de los peores casos, tendrían que estar ante su inminente disolución en pro de regímenes genuinamente democráticos. Seguro que los países con mejores democracias van a poder seguir contribuyendo mejor a altas cotas de paz y concordia.

La mitigación de las fracturas civilizacionales y, en definitiva, de cualquier clase de conflicto internacional, y asimismo nacional, puede alcanzarse, en gran medida, con una empatía social a partir de la educación. Pero necesita, en buena medida también, de un sistema político empático como de por sí es la democracia y que favorezca, más de lo que justo las democracias ya lo puedan estar haciendo, el diálogo constructivo y mutuamente beneficioso entre, por un lado, instituciones de un mismo país y, por otro, entre los distintos gobiernos nacionales del mundo.

Desde las instituciones internacionales habría que desarrollar especialmente una función vehiculante del sistema empático que la democracia representa y con el que fomentar las buenas prácticas y relaciones en y entre países. Se trataría, de hecho, de hacer hincapié en una de las funciones esenciales que, en principio, a tales instituciones se les puede presuponer.

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La blogosfera en el poscapitalismo

Si llegase a haber, como de hecho pudiera quizá intuirse que empieza a haber o que hay, suficientes elementos como para afirmar que el capitalismo ha perdido su esencia, bien cabría referirse a un sistema económico poscapitalista. Estaríamos ante el mismo tipo de planteamiento aplicable a la Edad Moderna en su conjunto para la diferenciación que la posmodernidad supone.

Aunque la red de redes haya sido concebida fundamentalmente en pleno contexto capitalista, una vez llegada en sí su puesta en marcha y uso generalizado es bastante razonable considerar que como mínimo el capitalismo comenzaba a dejar de representar ese mismo pleno contexto, pese a lo que se suele interpretar como su condición de flamante vencedor respecto al comunismo soviético. En Internet, justo cristalizaba la oportunidad para el capitalismo de llegar a perdurar, o de hacer parecer que perduraba, algo más que el oponente comunista.

Sea como fuere, Internet y como parte de ella la blogosfera en el poscapitalismo se consolidarán muy probablemente como los recursos imprescindibles y esenciales a partir de los que impulsar y desarrollar las actividades comerciales y financieras a nivel global. Tal contexto nuevo, debiera caracterizarse por unos mucho menores materialismo y elitismo, y por una mucho mejor libre competencia.

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Élite

Para que el capitalismo, o lo que lo suceda, sea un sistema económico de, por lo menos, no tantos tintes elitistas como el sistema que ha sido tanto el propio capitalismo como, a su modo, también su opuesto sistema comunista, hay que contar con Internet. La red de redes quizá no asegure por sí sola la total igualdad de oportunidades y libre competencia, pero las posibilita y potencia en mayor grado.

Convenientemente empleada, Internet es la infraestructura que de verdad puede ser utilizada y compartida por el mundo entero sin, por ende, una privativa y exclusiva propiedad de la misma en manos de una élite que, de haberla, haría de hecho de la red de redes más una Supranet que una Internet, deteriorando el quid de la sociedad red y la era de la información. Además, una infraestructura telemática elitista no contribuiría demasiado y, más bien, en absoluto a favorecer el diálogo intercultural tan necesario para un pacífico mundo civilizacional.

La posmodernidad está llamada a ser una etapa en la que los a menudo habituales rasgos capitalistas como el materialismo y el elitismo queden, cuando menos, diluidos notablemente en comparación a lo que hasta ahora ha sido normal. ¿Seguirá, entonces, el capitalismo siendo propiamente capitalismo? Está por ver y será muy interesante de observar y analizar.

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Libre competencia

Con la perspectiva que la interactividad nos aporta, bien puede considerarse que el capitalismo ha sido, en por lo menos ciertos momentos de su trayectoria, bastante bidireccional, lo que significaría que pese a su naturaleza materialista ha podido funcionar dentro de ciertas dinámicas colaborativas y empáticas. Su esencia, no obstante, le suele llevar en un momento u otro a que se hagan notar las desigualdades.

Uno de los fundamentos por antonomasia del capitalismo como es la libre competencia puede, y se supone que debería siempre, desarrollarse en un marco que fomente e impulse el emprendimiento, la mejora continua y el bienestar general. Sin embargo, esa libre competencia parece constantemente ir regresando a estados de desigualdad social en los que a esto que debería ser fomentado e impulsado deja de dársele justo el grado de fomento e impulso necesario y la riqueza tiende entonces a quedar, en todo caso, concentrada en determinadas élites.

Sin Internet, esos ciclos de reconcentración elitista de la riqueza seguirían siendo potencialmente muy acentuados y puede que, en estos momentos, incluso insostenibles. La red de redes, y por ello también la blogosfera, abre un abanico de oportunidades de libre competencia que marca una clara diferenciación respecto a las fórmulas y estrategias en el comercio y las finanzas de la Edad Moderna.

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Capitalismo

Al mundo civilizacional puede hacerse referencia precisamente desde que termina el régimen soviético y, a su vez, empieza Internet. Tales puntos de, respectivamente, final y comienzo son signos de, también respectivamente, aquello que como régimen político no podía dar más de sí y lo que, en cambio, se postulaba como infraestructura para un sistema de valores nuevo.

Desde los defectos que tampoco deja de tener el capitalismo, éste supo sin embargo adaptarse mejor como sistema de valores, particularmente del ámbito económico por supuesto, a los retos que una infraestructura como la red de redes suponía. Los valores que estaban llamados a constituir la nueva etapa de la historia a la que todavía actualmente estamos dando forma no eran ya los de la Edad Moderna.

Igual que el sentido de la posmodernidad responde en lo social a la sociedad red y en lo político al Estado red, bien puede que a lo que responda como sistema económico no acabe siendo un capitalismo por lo menos tal y como lo hemos conocido. El comunismo del bloque soviético simplemente finalizó antes, pero el capitalismo propio de la Edad Moderna occidental tendrá, no a mucho tardar, que como mínimo acometer muy probablemente sus mayores e ineludibles transformaciones.

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Época civilizacional posmoderna

Para poco o nada sirve un punto nodal, o nodo, sin vínculos, o nexos, con otros nodos: ahí radica el quid de la interactividad, particularmente la bidireccional, de la que tan poco se vale positivamente Rusia. Ya tradicionalmente Rusia se ha mostrado profunda y negativamente unidireccional en los propios asuntos internos; ahora, lejos de cualquier buen vínculo diplomático con Occidente, se ha lanzado a su cruel invasión de Ucrania.

Mientras Rusia siga representando la forma de gobierno oligárquica y sucesora del fallido régimen soviético que es aún en el presente, continuará de una u otra manera desperdiciando la que podría ser su tan valiosa contribución a un pacífico mundo civilizacional para la posmodernidad y en el que, además, Rusia podría hasta ser un auténtico referente para el resto del planeta. Asimismo, en modo alguno constituirá un óptimo nodo en el marco de la globalización o las globalizaciones, ni en el de la globalidad.

Si sigue Moscú con su actual política neoimperialista, no hará sino continuar retrasando sus propias opciones de adaptarse a una beneficiosa tendencia mundial globalizadora de la que pudiera resultar un determinante partícipe. Con tal tendencia mundial globalizadora asumida por cada vez más nodos civilizacionales, esa nueva y pacífica época civilizacional posmoderna estará más próxima.

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Los vínculos sociales entre civilizaciones

En el momento en que se consiga reimpulsar una globalización más social y cultural, seguro que la vertiente propiamente económica mejoraría en cuanto a relaciones entre civilizaciones y se mitigarían las fracturas civilizacionales. Cabe orientar las políticas internacionales en tal sentido.

Las sociedades tienen de por sí por lo menos cierta tendencia a cultivar buenas relaciones con otras sociedades, más allá afortunadamente de las pocas o incluso negativas relaciones puramente políticas y económicas que existan entre los respectivos gobiernos y poderes económicos. Por la dimensión eminentemente pública que, a diferencia de los poderes económicos, tienen los gobiernos, deben éstos incidir como nunca, máxime a propósito del conflicto desatado en Ucrania, en una diplomacia que facilite que justo las respectivas sociedades tiendan al mutuo conocimiento respetuoso.

Desde el momento en que los vínculos sociales entre civilizaciones se refuercen en mayor medida de lo que hoy lo están en general, lo demás que guarde relación con la tendencia globalizadora vendrá prácticamente por sí mismo y será, con total probabilidad, de beneficio recíproco. Entonces, la globalización estará mucho más cerca de devenir aquello calificable como globalidad y que reporte un auténtico contexto internacional pacífico.

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Las globalizaciones y las posmodernidades

Que se produzcan globalizaciones y no una sola globalización casa con la idea de que son varias posmodernidades, y tampoco sólo la occidental, las que de algún modo debieran producirse en pro de una etapa de la historia en la que las civilizaciones convivan en paz y concordia. A estos fenómenos les acompañarán tendencias opuestas en cada civilización, pero es lo propio en momentos de profundos cambios.

Debe acabar dándose un encaje entre, por un lado, las diversas globalizaciones y, por otro, las varias posmodernidades para que las civilizaciones devengan definitivamente esos grandes puntos nodales que, vertebrados en base al concepto social de sociedad red y al político de Estado red, configuren un contexto global en el que una pacífica prosperidad acontezca. De las globalizaciones y las posmodernidades conjugadas apropiadamente emanará muy probablemente el mejor de los modelos de convivencia social y cultural a escala planetaria.

Valga especialmente la mención a varias posmodernidades a título convencional para referirnos a lo que, justo bajo la denominación de posmodernidad, sí cabría tal vez limitar a Occidente. En todo caso, igual que con la globalización, es asimismo un fenómeno que tendría que producirse, con sus particularidades, en el conjunto de las civilizaciones.

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Un mercado mundial

Las causas y las consecuencias de lo que se está produciendo en casos como son el del gas ruso o el cereal ucraniano denotan en esencia, y a su vez cómo no ha dado sus mejores frutos, la globalización. Entiéndase particularmente la globalización eminentemente económica que sería la que, derivando en un mercado mundial, se ha producido desde el final de la Guerra Fría.

Si por globalizaciones, en plural, quiere destacarse las varias vertientes que alguna de las globalizaciones civilizacionales, de entre las cuales una es la occidental, debiera contemplar es esto asimismo de utilidad, en la línea en la que a su vez ya nos hemos referido, para esa comprensión y proyección del contexto global. El mercado mundial en el que actualmente cualquier bien y servicio, analógico o digital, puede moverse es el mayor reflejo de unas globalizaciones simultáneas y multilaterales pero, según parece, muy enfocadas por igual como globalizaciones económicas.

Es y debe ser el mercado mundial concebido como potencialmente beneficioso y la red de redes es un elemento infraestructural constitutivo del mismo. Sin embargo, la falta de hincapié en unas globalizaciones, y una Internet, que incidan más profundamente en el diálogo intercultural ha llevado a que hoy estemos ante un contexto de fractura civilizacional con sus inevitables malas repercusiones para la prosperidad.

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Globalizaciones

Si bien la globalización es un fenómeno que, así denominado, se asocia a Occidente y a menudo también a una supuesta erosión consiguiente en cuanto a los demás marcos civilizacionales, pueden identificarse, de hecho, fenómenos que cuando menos resultan parecidos justo desde otras civilizaciones. Esto nos permite, en última instancia, dar efectivo sentido al tan conveniente vínculo que entre diversidad cultural y globalización tendría que existir.

Hasta refiriéndonos a globalizaciones y no a una sola globalización, muy probablemente a quienes no crean asociables diversidad cultural y globalización les parecerá que se tendría que estar haciendo referencia a sucesivas etapas de esa misma y sola globalización, la occidental. No obstante, va a servirnos bastante convenientemente al analizar y proyectar el contexto global concebir que existen varias globalizaciones, pero simultáneas más que sucesivas, así como diversas y multilaterales más que únicas y unilaterales.

Con esta perspectiva encaja la diferencia entre interactividad uni y bidireccional a la que hacemos habitual referencia. Lo que por lo común se ha entendido por globalización, ésa unilateral, respondería a una nada buena interactividad unidireccional; las globalizaciones multilaterales e intercivilizacionales, las cuales en verdad se han estado y se están produciendo a pesar de cualquier percepción centrada en Occidente, conllevan una interactividad más bidireccional con altas posibilidades de un mundo más empático y tolerante.

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El cereal ucraniano

Un atisbo de esperanza en la reactivación de unas relaciones diplomáticas que conduzcan a la necesaria paz inmediata que Ucrania merece puede apreciarse en el acuerdo para que la exportación de cereal ucraniano se haya desbloqueado. Especialmente representativo, por motivos en los que cabrá que profundicemos para entender el presente mundo civilizacional, ha resultado que sea en Turquía, y en una ciudad como Estambul, donde se haya formalizado tal acuerdo.

Ojalá estemos ante el primero de cuantos acuerdos sean precisos para que la terrible guerra que tan irresponsablemente Rusia ha emprendido contra Ucrania toque pronto a su final. Que el cereal ucraniano esté ya circulando más o menos como debiera en circunstancias normales o casi normales es el signo de que una diplomacia fallida en lo que a detener el inicio del conflicto armado se refiere puede aún, y debe, retomarse para que la demasiado honda fractura que ha derivado en esta tragedia comience su particular cicatrización.

Tendría que servirle a Moscú este acuerdo para darse definitivamente cuenta de que alejado de estos gestos y, en general, de la diplomacia no hará sino conducir la propia Rusia hacia un autoinfligido aislacionismo no sólo respecto a Occidente, sino respecto a otras regiones afectadas por cuestiones como el cereal de Ucrania y otros eventuales factores similares a consecuencia de esta locura de guerra. Más razones, pues, por si no había suficientes, para que por fin el Kremlin deje al pueblo ucraniano en paz.

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El gas ruso

Seguramente en base a la idea de guerra híbrida bajo la que Rusia estaría, a toda luz, comportándose a lo largo de lo que llevamos de su invasión contra Ucrania, deviene precisamente el gas ruso otro recurso más del que el Kremlin pretende valerse para sus condenables fines. Debiera percatarse, no obstante, Moscú de que así no logra sino contribuir más a hacer de Rusia una nación alejada del primermundismo.

Por mucho que tenga Rusia otras regiones del globo con las que comerciar su gas, representa muy probablemente Europa un cliente lo suficientemente relevante como para que así como así el Kremlin pueda permitirse prescindir de él. En cualquier caso, bien tiene que ser Europa quien aspire a, en la mayor brevedad, poder prescindir de Rusia como proveedor, pues no merece en estos momentos el régimen ruso contar con vínculo comercial alguno con nadie.

Valga, en definitiva, la inmerecida relación comercial internacional, y menos con Europa y todo Occidente, para cualquier producto o servicio ruso. Si Rusia se ve envuelta de un aislacionismo comercial completo a nivel global será porque su misma oligarquía es la que desde su anacrónico y trasnochado autoritarismo no ha hecho sino conducirla hacia él, de todo lo cual la propia ciudadanía rusa tendría que tomar plena conciencia y obrar en consecuencia tanto como pueda.

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