Élite

Para que el capitalismo, o lo que lo suceda, sea un sistema económico de, por lo menos, no tantos tintes elitistas como el sistema que ha sido tanto el propio capitalismo como, a su modo, también su opuesto sistema comunista, hay que contar con Internet. La red de redes quizá no asegure por sí sola la total igualdad de oportunidades y libre competencia, pero las posibilita y potencia en mayor grado.

Convenientemente empleada, Internet es la infraestructura que de verdad puede ser utilizada y compartida por el mundo entero sin, por ende, una privativa y exclusiva propiedad de la misma en manos de una élite que, de haberla, haría de hecho de la red de redes más una Supranet que una Internet, deteriorando el quid de la sociedad red y la era de la información. Además, una infraestructura telemática elitista no contribuiría demasiado y, más bien, en absoluto a favorecer el diálogo intercultural tan necesario para un pacífico mundo civilizacional.

La posmodernidad está llamada a ser una etapa en la que los a menudo habituales rasgos capitalistas como el materialismo y el elitismo queden, cuando menos, diluidos notablemente en comparación a lo que hasta ahora ha sido normal. ¿Seguirá, entonces, el capitalismo siendo propiamente capitalismo? Está por ver y será muy interesante de observar y analizar.

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