Con la perspectiva que la interactividad nos aporta, bien puede considerarse que el capitalismo ha sido, en por lo menos ciertos momentos de su trayectoria, bastante bidireccional, lo que significaría que pese a su naturaleza materialista ha podido funcionar dentro de ciertas dinámicas colaborativas y empáticas. Su esencia, no obstante, le suele llevar en un momento u otro a que se hagan notar las desigualdades.
Uno de los fundamentos por antonomasia del capitalismo como es la libre competencia puede, y se supone que debería siempre, desarrollarse en un marco que fomente e impulse el emprendimiento, la mejora continua y el bienestar general. Sin embargo, esa libre competencia parece constantemente ir regresando a estados de desigualdad social en los que a esto que debería ser fomentado e impulsado deja de dársele justo el grado de fomento e impulso necesario y la riqueza tiende entonces a quedar, en todo caso, concentrada en determinadas élites.
Sin Internet, esos ciclos de reconcentración elitista de la riqueza seguirían siendo potencialmente muy acentuados y puede que, en estos momentos, incluso insostenibles. La red de redes, y por ello también la blogosfera, abre un abanico de oportunidades de libre competencia que marca una clara diferenciación respecto a las fórmulas y estrategias en el comercio y las finanzas de la Edad Moderna.
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