Con un mundo civilizacional posmoderno de mayor interculturalidad, habremos dado forma a un contexto global de culturas y civilizaciones que interactúen entre sí de modo más bidireccional y empático que hasta ahora. A diferencia de lo que ha supuesto fundamentalmente la globalización que conocemos, se desarrollaría una de carácter eminentemente social, educacional y, en efecto, cultural.
La etapa en que nos hallamos de la historia, a medio camino entre Edad Moderna y posmodernidad, y que surge como mundo civilizacional tras la Guerra Fría, se ha definido por una globalización centrada en lo económico partiendo de que supuestamente un primer mundo que pasaba a incluir a Rusia era signo inequívoco del éxito y la prosperidad más o menos generalizados en todo el planeta, particularmente en ese mismo primer mundo, por descontado. Esta configuración del orden mundial adolecía, sin embargo, de fracturas civilizacionales entre las que acaba de derivar en prácticamente choque de civilizaciones la que afectaba y afecta a Ucrania y Rusia.
Tomando forma esa globalización social, educacional y cultural más que una de puros intereses políticos y económicos, se favorecerá la desfractura de los conflictos civilizacionales, de modo que globalidad y posmodernidad conformarán un contexto sólido de paz y concordia. A ello, a través de la noción de un ciberespacio intercultural, tiene la posibilidad de contribuir fácilmente cualquiera de nosotros.
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