Con la diferencia entre lo que representa transformar formatos analógicos a digitales y a la inversa se aprecia muy claramente el contraste que a nivel de eficiencia suponen uno y otro proceso. Lo analógico digitalizado es pura eficiencia, mientras que lo contrario no lo es por lo menos tanto.
La digitalización en general y telemática en particular no sólo representa la producción, y difusión, propiamente digital, sino que permite adaptar a su formato todo lo analógico prácticamente. Esta adaptación, que se correspondería con lo que por lo común entendemos bajo la idea de escanear, concentra, disminuye y condensa digitalmente lo que en analógico, por reducidas dimensiones que tenga, siempre ocupará más por su eminente condición material; asimismo, lo escaneado, justo por ser digital, es mejor para su difusión o distribución y a mayor escala.
Lo opuesto a tal idea que comúnmente tenemos de lo que es escanear sería la de imprimir, pasando, pues, lo digital a analógico. Tanto un proceso como el otro, no sólo limitados a la escritura y los gráficos, son esenciales y debemos saber usarlos con propiedad en pro de la conservación de la información, la cultura y el conocimiento.
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