Resulta de justicia destacar que, pese al indudable positivo impacto medioambiental que la digitalización tiene, no sería nada desencaminado suponer y hasta aseverar que no ha sido precisamente el criterio medioambiental y ecológico el que verdadera y fundamentalmente motivó en un inicio tal transformación tecnológica. En su lugar, mucho más probablemente se puso el foco en un criterio de eficiencia pura.
Podría parecer que estaríamos falsa e inmerecidamente atribuyendo al capitalismo una inherente voluntad bondadosa para con el medio ambiente si sólo identificásemos la causa medioambiental y ecológica como la motivación para que la economía capitalista y de libre mercado haya virado de lo analógico a lo digital, máxime cuando no en pocas ocasiones el libre mercado y el capitalismo han demostrado no tener, entre sus prioridades a solucionar, el deterioro medioambiental que provocan. Sin embargo, el capitalismo sí tiene una inherente predilección por la eficiencia porque es una fórmula para maximizar ganancias.
Afortunadamente, en lo que a pasar de lo analógico a lo digital respecta, eficiencia y menor perjuicio medioambiental van de la mano. En principio, por lo tanto, el capitalismo habría hallado en la digitalización su modo de concretar, por lo menos en buena medida, un importante método por el que, ante todo, ganar en eficiencia y con ello incrementar beneficios, y además, añadido a esto especialmente a partir del auge del ecologismo, no impactar tan negativamente en la naturaleza.
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