Mientras el ser humano ha recurrido a la transformación de los recursos naturales hasta llegarse a la Edad Moderna, y por lo tanto en el marco de una tecnología analógica, puede determinarse que comparativamente a la modernidad ha sido, como mínimo en general, medioambientalmente sostenible tal empleo de recursos. La Edad Moderna, especialmente a partir de la industrialización, cambia esto.
Durante los primeros decenios de la industrialización puede que la sostenibilidad medioambiental fuese aún compatible con ésta, pero el ritmo que ha ido adquiriendo la masiva producción industrial a nivel planetario parece haber puesto de manifiesto que la era analógica y su insostenibilidad eran una incuestionable combinación a resolver. Claro que entre la producción industrial analógica se encuentra asimismo la correspondiente industria de la información, de la cultura y del conocimiento, contra la que si se actúa se provoca un retroceso intelectual enorme de no haber alternativa a esa clase de producción.
Y existe la alternativa. Tal y como hemos venido habituándonos especialmente en las últimas décadas, así pues de lleno en el tránsito de la modernidad a la posmodernidad, la tecnología digital, y aún más la digital telemática, nos brinda la posibilidad de que la información, la cultura y el conocimiento no sólo sigan circulando, sino que lo hagan más y mejor.
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