Cabe señalar como componente de toda experiencia comunicacional de tipo visual la dimensionalidad en sólo alto y ancho o, además, también en hondo. Los contenidos en 2D o 3D no habían ofrecido, probablemente, antes tantas opciones de combinación entre sí.
Las típicas experiencias comunicacionales introspectivas o envolventes son eminentemente bidimensionales por las clases de páginas o de pantallas por las que hemos generalizado su consumo; ello no impide que, en efecto, en esa bidimensionalidad se perciba o se recree la tridimensionalidad según las capacidades y habilidades técnicas y tecnológicas. Una típica y tradicional tridimensionalidad real y efectiva sería la de la técnica, sobre todo escultórica, del relieve.
La bi y tridimensionalidad pueden resultar, a su vez, en ciertas ocasiones muy combinables sobre todo a partir del potencial de la nueva virtualidad. Por lo que respecta a una tridimensionalidad quizá no tangible, pero que sería muy combinable con la 2D, habría que tener en consideración las experiencias inmersivas y las holográficas.
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