En directo o diferido

Tradicionalmente, lo audiovisual, concretamente en su modalidad de artes escénicas, era en directo y lo visual, concretamente en su modalidad graficoplástica, era en diferido. En la actualidad, el panorama de la comunicación ha experimentado profundos cambios respecto a tales hechos.

Ya la Edad Moderna, con sus industrias culturales y medios de comunicación, dotó lo audiovisual de capacidad para consumirse en diferido, esto es, que la obra en cuestión no tuviese que estar desarrollándose en el preciso momento en que el público la contempla: de ahí, el cine y demás técnicas y soportes audiovisuales. El comienzo de la posmodernidad, con Internet, la blogosfera y la mensajería instantánea, dota lo visual graficoplástico, texto alfanumérico inclusive, de capacidad para elaborarse y difundirse en lo que, justo en términos hoy muy propios de lo audiovisual, se asemejaría o hasta prácticamente equivaldría al directo.

Estamos ante unas capacidades comunicacionales que permiten al formato que sea, en definitiva, realizarse y transmitirse en directo o diferido. Cuestión clave a tener en cuenta a partir de esto es la de, a este abanico de posibilidades formales cuantitativamente grande, sacarle el debido partido gracias a contenidos de tema y significación cualitativamente buenos.

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