Ideológicamente, el mundo posmoderno se presenta como una realidad compleja que, no obstante, gracias a Internet puede vehicularse en pro de la debida convivencia pacífica global. Es cuestión de poner ideologías y tecnología al servicio de un equilibrio de respetuosas y recíprocas interactividades entre civilizaciones.
La nueva reconfiguración del orden mundial será compleja, pero la complejidad no está necesariamente ligada al caos; al contrario, ideologías demasiado simples pueden conducir más precipitadamente al conflicto y ahí es donde la política, preeminente hasta ahora en la configuración del orden mundial, suele caer no en pocas ocasiones. Si, por su parte, lo cultural se aprovecha al máximo, sus perspectivas acostumbran a proporcionar valores con los que manejar provechosamente la complejidad.
Valgan las actuales elecciones decisivas en Brasil entre Bolsonaro y Lula para poner precisamente énfasis en cómo puede que estos comicios sirvan, en mayor o menor medida, de ejemplo para lo descrito. En caso de que el resultado no mitigue el inestable escenario que vive el país sudamericano, sería muy seguramente achacable a que el simplismo ha predominado en el discurso de una y otra postura.
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