En pro de un orden mundial en el que prevalezca la paz y la concordia, conviene que como nueva fase de la globalización se termine de configurar una de mayor calado social, educacional y cultural. La globalización primordialmente económica y política que hasta ahora se ha desarrollado no ha evitado llevarnos al borde del choque de civilizaciones y sus terribles consecuencias.
Con una globalización que no parece haber cuidado demasiado lo que no respondiera fundamentalmente a criterios de interés económico y político, se ha creído contar con Rusia como un socio fiable a incluir de lleno en el primer mundo pese a los graves indicios que desde su política interna se apreciaban en cuanto a su más que cuestionable tipo de régimen. Desde una mayor perspectiva civilizacional, con énfasis en la sociedad, la educación y la cultura, resulta esperable otra deriva.
No tiene que llevarse la perspectiva civilizacional hacia sólo buscar afinidades entre civilizaciones ya parecidas. El quid en este enfoque está asimismo en la conciliación y reconciliación de marcos civilizacionales diferentes y hasta enfrentados.
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