Espontaneidad moldeada

Basarse en que en Internet en general, y en la blogosfera en particular, la expresión puramente espontánea es lo que va a ser más apropiado de hacer para prácticamente cualquiera y en especial en blogs personales implica que se caiga en varios riesgos. Con los fundamentos que demos a nuestro blog se pueden precisamente evitar, aun cuando se pretenda dinamizar muy constantemente y se precise elaborar los contenidos con relativamente poco tiempo.

Que con la blogosfera nos podamos expresar de manera abierta y con impacto inmediato de forma accesible a nivel prácticamente mundial, más que emocionarnos con la posibilidad de publicar lo que nos pase por la cabeza debiera, al contrario, hacernos ir incluso con mucha más cautela que como es propio de las formas de comunicación, tanto a pequeña escala como a nivel masivo, previas a Internet. Si no nos preocupa la forma en la que expresamos lo que publicamos en la Red, al final, de un modo u otro y sea al cabo de más o menos tiempo, acabará afectando al fondo, a la esencia de nuestros mensajes: expresar algo de forma puramente espontánea puede causar un impacto momentáneo y, seguramente, puede también, más por un golpe de suerte que por otra cosa, tener mucho éxito, pero guiarnos por lo espontáneo al final implica dejarnos llevar principalmente por impulsos, mientras que unos buenos fundamentos en la elaboración de un blog contribuyen a asegurar que, a pesar de no disponer a veces del impulso necesario, siempre gocemos de una inercia que nos permita por lo menos ofrecer en todo momento nuevo contenido mínimamente bien elaborado. Los fundamentos que establezcamos, y con los que vehiculemos nuestra espontaneidad, nos servirán siempre de guía para nosotros mismos y evitará que caigamos fácilmente en expresiones de las que además, por no haberlas pensado demasiado, nos acabemos arrepintiendo en gran medida y constituyan también algo de lo que quede constancia ante cualquiera que se conecte a Internet. Y editarlo, o bien, borrarlo quizá no sea suficiente para que lo ya dado a conocer sin un moldeo de la espontaneidad marque una cierta desconfianza por parte del público respecto a la calidad de nuestros contenidos, sino al contrario: que estemos expresando cosas de manera espontánea y luego borrándolas o cambiándolas dará aún peor reputación a lo que hagamos. Entonces, ¿para qué someterse al peligro de tener que vernos en el compromiso de borrar o cambiar algo, o de dejarlo como está pero asumiendo la mala reputación que va a implicar permanentemente ese error que cometimos, si podemos evitarlo procurando tener unos buenos fundamentos de temática, de diseño y de expresión? Seguro que con los fundamentos nos podremos ahorrar muchas molestias.

Aunque lo que te anime y seduzca de Internet y más concretamente de la blogosfera sea la idea de que puedes poner lo que te parezca, sin filtros de nada ni de nadie, en realidad sí tendrás siempre un filtro igualmente: el de la pura suerte y el de lo caótico, con lo que te arriesgas a expresar mal muchas cosas a las que podrías haber dado un buen enfoque, teniendo en cuenta además que al final lo que publicas tendrá, a no ser que te conformes con niveles de privacidad muy limitados, un alcance abierto a nivel de cualquiera con acceso a la Red. Mejor dedicar un poco de tiempo a la preparación que tener que estar atento luego permanentemente a una eventual corrección, supresión, o a resignarse a padecer una cierta sensación de arrepentimiento ante la errata que permanecerá publicada.

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