Unas pausas bien situadas

En un discurso, sea escrito u oral, la construcción de las frases y del sentido que éstas adquieran va a estar muy condicionado por cómo empleemos las pausas para separar sus elementos internos, así como para separarlas entre ellas. Las pausas que ya de por sí el propio idioma nos proporciona separan unas palabras de otras: son los espacios en blanco que al escribir dejamos entre un vocablo y otro; y si se afina más, cada sílaba y cada sonido, aunque de manera prácticamente imperceptible al hablar, tienen su micropausa.

Imaginemos que realizásemos un texto con ausencia total de signos de puntuación, quitando además todos los espacios entre palabras y que ese texto sea de cierta extensión, pongamos de media página aunque con sólo una línea o poco más ya podría servir igualmente para lo que queremos mostrar: que ese texto sería ilegible; estaríamos ante todo párrafo, o una simple oración pero considerablemente larga, que se tendría que leer como si fuera una única palabra. Así que ya de por sí contamos con los espacios naturales que dejamos en blanco al escribir para separar palabras, y sus correspondientes pausas en el habla. Pero además hacemos pausas más incisivas para que al hablar nos queden claras la separación entre unas frases y otras, así como entre diferentes partes de frases: lo que al escribir acostumbramos a marcar con distintos signos de puntuación, en concreto, la coma, el punto, el punto y coma y los dos puntos. Con estas pausas hacemos desde partes de oraciones hasta párrafos, o estrofas si nos referimos a lo poético-musical: son las pausas que se pueden usar más a nuestro antojo, con las que el idioma nos brinda la posibilidad de jugar para construir una manera propia de ordenar los componentes de las frases y las propias frases dando lugar hasta, yendo incluso más allá de los párrafos, a los capítulos. Un buen uso de la pausa contribuirá a una retórica bien elaborada, con lo que potenciaremos un estilo genuino, a la vez que comprensible, para el público al que destinemos nuestros contenidos ya se basen en un discurso escrito, o bien, oral.

Con unas figuras retóricas bien construidas podremos hacer discursos muy originales a la vez que comprensibles pero esa comprensión se verá disminuida si no procuramos separar adecuadamente los elementos constituyentes de cada oración, las propias oraciones entre sí y dar pertinentemente al conjunto de éstas últimas la forma de versos, estrofas, párrafos e incluso capítulos. Unas pausas bien situadas serán elementos destacados de tu retórica y por tanto de tu estilo expresivo en conjunto.

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