Siempre que nos refiramos a lo escrito y a lo oral, mejorando la retórica se conseguirá un estilo con el que alcanzar mejor las dos finalidades esenciales de la expresión más elaborada: que la autoría sea reconocible y que el mensaje sea comprensible. Servirá por lo tanto, en posts redactados, en publicaciones realizadas en formato audiovisual en lo referente a la parte hablada, recitada, o bien, cantada, así como en las de formato de sólo audio, ya tengan igualmente contenido hablado, recitado, o bien, cantado.
En nuestro estilo expresivo nos acabaremos caracterizando por acostumbrar a emplear ciertas palabras, por una manera particular de hacer la construcción de las frases y por la manera en que establecemos relaciones entre unas palabras y otras, y entre unas oraciones y otras: básicamente en esto podemos convenir que se basará nuestra retórica. Debemos tener claro cuál es nuestro público así como el nivel de lenguaje que nos resulte mejor emplear, por ejemplo el estándar, y también hemos de contar con una selección y una variación acertadas en cuanto a la temática, pero para canalizar todo esto hacia la elaboración del mejor post que nos sea posible nos hará falta fundamentar nuestro estilo expresivo en una retórica propia, y por lo tanto, que de aplicarla su resultado sea un contenido explicado de una forma genuinamente nuestra. Así que la retórica es guay, es con lo que construimos nuestra manera de expresarnos y aunque un tema determinado no sea muy original e incluso lo hayan abordado ya muchos, explicarlo con una nueva retórica puede contribuir a hacerlo llegar a otra gente, o a que les quede mejor comprendido a quienes ya lo conocían, y dependiendo de si el blog es más o menos personal, darle un enfoque más directamente relacionado con la propia experiencia de quien elabora blog en cuestión. Recurrir frecuentemente a unas mismas palabras o a un mismo tipo de frases, si es hecho con mesura, no tiene por qué resultar inadecuado, especialmente cuando en blogs más impersonales se pueda tratar de abordar el establecimiento de definiciones de términos muy técnicos, o de conceptos muy complejos: aunque podamos usar sinónimos, mejor escoger un vocablo y no variarlo; cosa que en el ámbito más artístico pueda convenir menos, intentando siempre dar, a cómo nos expresamos, mucha riqueza mediante la mayor variedad posible de vocablos, de estructuras oracionales y de relaciones entre las palabras y entre las frases. Tengamos además muy en cuenta, específicamente en el lenguaje oral, lo referente a la entonación en base al tipo de publicación elaborada.
A través de tu retórica, sea más o menos compleja pero en cualquier caso que busque la claridad en la comprensión, darás lugar a tu estilo expresivo, que te definirá hacia los demás y hará que les sea sencillo reconocer cuándo una publicación es tuya. Escoge palabras y formas de construir frases, y a partir de ahí acostumbra a establecer unos tipos de relaciones y a variar en mayor o menor medida teniendo presente en todo momento esa claridad que el público debe percibir en lo que explicas.
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