El intelecto y la reciprocidad

La interactividad bidireccional puede adoptar muchas más formas fuera de la blogosfera y de todo el ciberespacio. De hecho, la interactividad en la que hay roles intercambiables entre seres conscientes, y más en concreto entre seres humanos, es natural desde los albores de la historia pero es lo telemático lo que le ha dado una dimensión global, instantánea y permanente.

Seres vivos e inertes interactúan tanto de manera que cada individuo de una de estas clases interactúa con los demás de la misma clase como de manera que cada individuo de estas clases interactúa con los de la otra clase. Todo esto en la presente época hipertecnológica se ha terminado concretando en particular en que seres vivos, limitándonos a los humanos, interactúan entre sí a través de las inertes y a menudo aún denominadas nuevas tecnologías, pese a que ya no son demasiado nuevas. No obstante, los propios aparatos tecnológicos, y por tanto seres inertes, pueden estar programados cada vez más para ejecutar interactividad entre ellos mismos, no habiendo casi, o hasta por completo, necesidad de intervención humana.

Desde hace más tiempo que lo calificable de interactividad bidireccional, ha existido la unidireccionalidad interactiva, que es la propia entre seres inertes o entre un ser vivo inteligente y un ser inerte. Una bidireccionalidad interactiva conlleva que el intelecto y la reciprocidad sean por lo menos notables en cierta medida por parte de los sujetos que intervengan en el acto de comunicación.

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